martes, 23 de diciembre de 2014

Pregunta de esta noche - Mario Nosotti

Pregunta de esa noche

Adónde iba la última vez que me senté.
Vi unos palitos verdes. Apagados. Y troncos
apilados en el rótulo incienso que arderá tal vez.
Mi hermana se cayó con el triciclo
al fondo del canal vacío de la quinta
se rompió la cabeza y se volvió sensible
inteligente. Un día se fue a España.
Ahora que conversamos cortamente
–más hermanos que nunca–
un grito funerario como el de un gallo ronco
nos devolvió sucesos donde un fuego perdido
sube hasta nuestros días de una hoguera
en perpetua extinción.

Mario Nosotti, El proceso de fotografiar.
Viajera, 2014.



domingo, 21 de diciembre de 2014

Nicolás Pazos sobre "Palabras que nos nombran" de Axel Levin


 ¿Qué se puede hacer con las palabras? ¿Jugar con ellas, odiarlas, tomarlas seriamente, sopesar su sentido, sentir su peso, extraer de la melodía su voz? ¿Qué hacer cuando los signos no nos alcanzan? ¿Ser un explorador de sapos, un abrazador de palabras, un suicida, un poeta? Axel Levin indaga los límites de lo que puede ser nombrado. Más profundamente, plantea una búsqueda imposible, ¿cómo explicar aquello que la palabra dice con algo tan limitado como el lenguaje? Toda palabra busca su ausencia. Es como mirar al espejo y querer vernos por los ojos del otro, la verdad buscada en el reflejo. Ser escritor es la aventura imposible: avistar las islas inventadas, encontrar en las grietas del lenguaje un lugar para entrar en él como el agua en la piedra. Como lo hace Axel Levin en estos poemas.

Nicolás Pazos, 2014.



viernes, 19 de diciembre de 2014

El proceso de fotografiar, reseña en revista Aglaura

Por Mariano Dupont


Fotografiar, escribir. Hacer que la luz escriba. O dar luz a la escritura. Que la luz –la vida– entre en el poema. Y lo escriba. “La luz viaja en línea recta”, pero “puede desviarse./ Reflejarse./ Difundirse”. La luz es todo. Sin luz no hay proceso. El proceso de fotografiar, de escribir. Una toma, un recorte. Una escena o un instante. Como en los haikus: “Ahora captar el alma/ es decir esa forma de pararse/ es creo me parece/ atrapar ese momento”. Captar ese presente. Para eso hay que estar ahí, como decía Williams Burroughs que había que escribir: estando ahí, a lo Kerouac: como un torero frente al toro. Dar luz, entonces, al poema, hacer que la luz lo traiga al mundo. Al principio, entonces, nada. Oscuridad. Tinieblas. Una inquietud. Ganas de “eso”. ¿De qué? De escribir. La sombra como obstáculo, como una lente en el bolsillo que hay que guardar, y que retrasa el poema, lo demora. Hay que “herir la inercia”, hacerle un tajo a la inercia para que el poema pueda, por ahí, seguir abriendo el curso. No es fácil producir esa herida, lo sabe cualquiera que alguna vez haya hecho el intento. La mañana busca, conmina: “sentate, escribí”. Y el poema es fiel y al final viene, casi siempre viene (hay que aguardar, estar ahí), y, gracias a la luz, crea un mundo de formas, de hilos, de texturas, de ritmos, que hasta ese momento no existía. Un mundo que estaba y que no estaba, esperando en el limbo borroso del lenguaje. Y viene, decía, y aclara, así, un follaje que era negro, y unos versos más tarde, revela, en un oleaje de ramas, “haluros de plata”. Como en una película de Tarkovski, o de Alexandr Sokurov. ¿Qué hay que mirar, qué hay que leer? El mundo detenido en sus sutiles movimientos. Un equilibrio, como pedía Robert Bresson. El espíritu vacila, vaciado. Lo real mediado por la imagen, lo real transfigurado en el poema.
La poesía de Mario Nosotti va por este lado (estoy glosando El proceso de fotografiar). Poemas que hablan del poema, del proceso del poema. Poemas cuyo sentido no es otro que el poema. Lo que está ahí, nada detrás, un mundo nuevo. Versos, combinaciones de palabras, ritmos que evocan sin embargo ese más allá del poema del que hablaba Mallarmé. Mallarmé, cito: “Que las palabras –que ya son suficientemente ellas para no recibir impresión desde afuera– se reflejen unas a otras hasta que parezcan no tener más su color propio, sino ser sólo las transiciones de una gama”. Mallarmé, que justamente, sin casualidad, aparece en uno de los retratos obtenidos por la cámara estilográfica de Nosotti. La famosa foto con el chal, o “manta gruesa”, cubriéndole los hombros. Mallarmé “en su noche idumea”. La palabra rara trabajando para el mundo de los símbolos. Gracias al proceso. La poesía de Nosotti se aventura por ahí: en los tonos raros. Tonos raros que ya estaban en Parto mular, su primer libro, publicado hace ya dieciséis años. En ese arco, una continuidad certificada por los modos de leer, lecturas comentadas, con generosidad, de libros ajenos, reseñas sin ataduras en rescate de esa esquiva singularidad: una lengua no anudada a la soga. El parto del mulo, ese animalito formado en el vientre de la yegua, cuyo borde es el rocío, y que es luz, poesía, como dice Laura Klein, y que “Sale a un siglo de moscas, huele el aire/ de jugos y llovizna; el pasto poco a poco/ lo encamina por la puerta indeleble”. Y así a dar su paso, el paso lezamiano del epígrafe, siempre titubeante. Entre Lezama y Mallarmé, digamos, por ahí va Nosotti casi siempre. Lo dice a la pasada un pequeño poema de Parto mular: “Decir y no decir/ Era igual y era inmenso/ Los recorría un río serpenteante/ Oscuro y fino”. Un río serpenteante, barroco, entre el decir y el no decir. Fotografiar, escribir el rastro de una huida, de un pasaje: “Pero pasa la sombra/ un pájaro rasante/ atraviesa la verja/ y se pierde en un grito/ que vuela más allá.” Porque “sólo el ojo en la cámara” (o en la pluma: el ojo en la pluma, podríamos decir también) “recorta, detiene, y después fija”.
Y hay más. En El proceso de fotografiar y, también, en El paso de unas nubes, que reúne poemas escritos entre 1999 y 2011, los textos casi siempre son distancia. De la foto al objeto y del objeto a la escritura que lo inventa, en primer lugar. Objetos dispuestos por el azar infantil de un tiro de dados: un camión de bomberos, un Porsche rojo, una coupé Fuego azul destartalada, que el poema transforma en “miniaturas” que hablan del “corazón salvaje de dos años”, metonimia del niño que pasó por ahí. Pero también la distancia –el pudor– que el poeta interpone, sutilmente, entre el yo y sus materiales. Los énfasis y las efusiones no participan de la poética de Nosotti. Si se toma mate, es a la distancia, uno en una punta, el otro en otra. “Una forma consiste/ en otear a los lejos y escribir”. Hilos que se tejen para que el mundo, el poema, se sostenga. Pero hay que buscarlos en las vastedades frías del lenguaje, en los caminos no trazados, en la selva oscura de los signos.Y después enlazar. Escandir los versos en música rarísima (otra vez Mallarmé). Todo un trabajo. “El paisaje”, dice una línea, “se envía a todas partes.” Y enseguida: “La multiplicación de los sentidos del lenguaje poético:/ por qué decir dos cosas si quiero decir una?” El lenguaje con ganas de volverse un hospicio, una casa de salud. Encima hay hilos que se cortan. Nubes despanzurradas, hilachas de una charla. Pero Nosotti, cauteloso, se detiene a tiempo, camina por los hilos, no se cae, y vuelve a adensar el “tejido que hace blanda la escucha”.
Hace unos años, a la pregunta de qué era la poesía, Leónidas Lamborghini respondió: “La poesía es Dios”. Respuesta rara, por cierto, sobre todo si se tiene en cuenta al hombre que la profería: un poeta que, como se sabe, está lejos de ser un místico y que se dedicó casi toda su vida a trabajar, como el herrero del poema, con los materiales menos dóciles y más duros del lenguaje, y que hizo de la creación por destrucción el sello con que se lo identificará para siempre. Pero lo dijo, yo fui testigo. Así que Dios, dijo Lamborghini, la poesía es Dios. Dios, la poesía, como eso que está ahí. O eso que “está donde está”, como escribió Ricardo Güiraldes. El nombre de Dios, el tetragrámaton, que no se puede nombrar. Nada que ver con la mística, en este caso. Pero sí con el lenguaje, con eso que el lenguaje no puede nombrar. En Mallarmé, en Nosotti:ir –escribir– buscando darle un sentido más puro a las palabras de la tribu, del rebaño, a las palabras que adormecen al lector de periódicos. Ir detrás, o sea, de la famosa voz del grillo, la inalcanzable voz del grillo que canta en los trigales. Esa voz –parafraseo a Mallarmé– que es la voz sagrada de la tierra ingenua, menos descompuesta aún que la del pájaro, que tiene algo de las estrellas y de la luna, y un poco de muerte, y que es mucho más una que la voz de esa mujer que caminaba y cantaba delante del poeta y que parecía, la voz, “transparente de mil muertes en la cuales ella vibraba”. Ir detrás del sonido único del grillo, de esa felicidad que tiene la tierra de no estar descompuesta en materia y en espíritu. Nada más y nada menos. Dios está en los detalles que no se pueden nombrar. Pero el poeta no ceja, no se da por vencido, por más que sepa que casi todas las batallas se pierden de antemano. Pero cada tanto algo sucede, una nube se desplaza, se produce un hiato, una luz, y es precisamente ahí, como dice uno de los últimos poemas de este hermoso libro de Mario Nosotti, “en esa intermitencia”, donde está aquello “que se ama sin decirlo”.





jueves, 18 de diciembre de 2014

Crónicas viajeras, por Carolina Calvo

La poesía no es sólo palabra: es también espacio, una puesta en escena que significa a la vez y junto a lo verbal. Por eso al entrar, miro. Presto atención sobre todo a los colores. Hay rojo, naranja, fucsia, amarillo. El escenario está decorado con luces y telas de tonalidades cálidas. Me siento cerca y espero a que se pongan en juego.
El evento empieza con un primer bloque de Minuto Fuego. Un grupo de autores hace una lectura de poemas de un minuto con ejes que giran alrededor del fuego y la pasión; ahora es cuando los colores dejan de ser mera estética y acompañan activamente la lectura. En papel, los blancos son vacíos llenos de significado. En Minuto Fuego, los colores cálidos enmarcan y refuerzan lo fogoso. El sentido traspasa los límites de la palabra; la voz y el ritmo también lo marcan de una manera que no puede determinarse por escrito. La lectura de poesía es una especie de reapropiación de la obra: ya no le pertenece al lector/oyente, sino que los autores se permiten marcar una determinada clave de lectura. No somos nosotros los que leemos, sino ellos quienes nos leen a nosotros. Es un trabajo de escritura, lectura y escucha.
Termina Minuto Fuego. La presentación de Strip-Dancer se abre con el video Replican, una interpretación audiovisual del poema del mismo nombre. Describir la secuencia pierde importancia cuando su valor está en el desafío que le propone al espectador y el juego que plantea al recurrir a múltiples medios de expresión. Es evidente el arduo trabajo que hay detrás de cada escena que se presenta, pero no es menor al trabajo del espectador que les da un significado: no se espera un receptor pasivo del otro lado de la pantalla. Replican no busca ser observado sino discutido, lo que permite la entrada del público al universo de Strip-Dancer.
Una vez dentro, escucho a Madonna en What it feels like for a girl mientras se proyectan fotos que ilustran la temática stripper. Karina Macció y Eugenia Coiro hablan acerca de la autora, Gabriela Tavolara, y el proceso que implicó el armado del ansiado libro (noto la estrecha relación entre autor y editor, lo cual es un detalle interesante para tener en cuenta). Cuando la introducción termina, Gabriela sube al escenario para leer fragmentos de su obra. Es una lectura que juega con lo visual y lo sonoro mediante la vestimenta, gestos, cambios de voz y representaciones del material leído; es el espacio en blanco traducido a cuerpo.
Luego de la presentación de Strip-Dancer, el foco se pone sobre Viajera Editorial. Karina anuncia el lanzamiento de Viajera Virtual y cuatro títulos disponibles ahora sólo digitalmente: su libro La pérdida o La perdida, La cajita de Pandora, de Virginia Janza, Bengala Hotel, de Eugenia Coiro, y Léame y Reléame, de Nicolás Di Candia. A modo de estreno, los autores leen poemas de sus libros relanzados desde medios digitales. Hay un cierto orgullo y emoción en la noticia, que creo que es bastante palpable.
Empieza el segundo bloque de Minuto Fuego. Alguien llama por teléfono a una señora cerca de mí (aunque en realidad no se escucha o es casi inaudible). Eso la pone nerviosa y hace que tenga muchas dificultades para silenciarlo con la mano derecha (mientras sostiene una copa con la izquierda). Es como si Minuto Fuego hiciera arder lo que toca, porque cada vez que la señora agarra el celular, se le escapa como si quemara. La situación llega a un punto en que me ofrezco para sostenerle la copa, pero creo que no me doy a entender. Finalmente, sale victoriosa y logra cortar la llamada. Minuto Fuego arde en el público de maneras bastante curiosas.
Cuando termina este bloque, Peligrosa Horizontal se vuelve la nueva protagonista de la noche. Son Virginia Janza y Nicolás Di Candia los que introducen la obra y hablan acerca de la autora, inclusive desde un punto de vista personal. Pero lo que de verdad me atrae y divierte es la lectura de Lorena García junto con la performance de Virginia y Mauricio Dreiling. Vestidos como si pertenecieran a un instituto psiquiátrico, de repente aparecen y se llevan a la autora al escenario. La misma se sienta como si lo hiciera en un diván y, junto a sus “enfermeros”, hacen una lectura de Peligrosa Horizontal. Sin embargo, Virginia y Mauricio acompañan a Lorena de una manera que hace reír a todos (la gente delante de mí no para). Modulan exageradamente, gritan, ríen, susurran; están igual de desequilibrados que el yo lírico al que acompañan. El piso se llena de hojas y el ambiente de risas.

El evento cierra con un último bloque de Minuto Fuego. Termina como empieza: lleno de pasión y expectativa. Porque la poesía no se acaba en el final de la hoja, y siempre hay nuevas maneras de hacerla significar. Estas alternativas son las que Viajera Editorial explora y le presenta a su público, con la intención de despertar en él un deseo de búsqueda de nuevos sentidos propios. Desde videos, dibujos o performances, la poesía se presta a una infinidad de expresiones a las que el lector está invitado a descubrir, crear y participar.


Carolina Calvo, 2014.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

El fuego no se apaga - Nicolás Di Candia

El fuego no se apaga

Una súbita oscuridad llevó a todos a silencio. La única luz venía desde la cocina, de donde se acercaba la torta junto a su portador oficial.
Los invitados, al darse cuenta, entonaron entusiasmados el feliz cumpleaños. Al terminar la melodía, todos estaban expectantes cuando el cumpleañero se dispuso a soplar las velitas.
Tomó aire y luego exhaló. Su viento extinguió las pequeñas llamas. Los presentes aplaudieron la consumación.
Pero en ese instante se produjo un hecho inesperado. Las velas, solas, volvieron a encenderse. El apagado había sido incompleto. El aplauso se interrumpió.
El cumpleañero, desanimado pero no vencido, volvió a soplar. Las velas se apagaron, y otra vez se encendieron. Era tal vez un símbolo de la resistencia ante el paso del tiempo. El fuego que se volvía a encender era la llama de la vida, que se niega a extinguirse.
Pero los invitados comenzaron a perder la paciencia. Querían proseguir con la fiesta. El cumpleañero sopló con más fuerza. Pero las velas una vez más retomaron la llama.
Fue entonces cuando intervino un invitado. Mojó la yema de dos dedos y presionó fuerte sobre cada pabilo, hasta que sólo hubo humo.

Todos aplaudieron un nuevo triunfo del hombre sobre el fuego.


Nicolás Di Candia, 2014.

Foto: AEZ


sábado, 13 de diciembre de 2014

Nicolás Pazos sobre "Agua o niño que corre", de Eugenia Coiro




Geografía humana, anatomía natural. La imaginación poética de Eugenia Coiro nos propone un poema fantástico y monstruoso. La naturaleza es tan humana que lastima y da placer, mientras que lo humano se construye con fragmentos del mundo animal y vegetal.
Dos distancias definitivamente escindidas: el agua y la orilla. Dos sexos separados por un límite: lo masculino y lo femenino. Dos lugares donde existir: el cuerpo y la mente. Otros dos, de los cuales partir: la infancia y la vida. Pero en la línea de la orilla, esos mundos van a encontrarse, per-mutando sus significados. Ese encuentro necesariamente traerá dolor, como nacer, como vivir, pero es un dolor exótico y sublime: el saberse humano nos excluye en cierta medida del ciclo natural. Ser humano es un poco estar solo mirando la orilla.
El verdadero personaje de este libro quizás sea la muerte. Pero no la muerte de la carne. Ni siquiera la muerte como concepto. Sino la muerte como transformación. Como búsqueda de sentido.
Niño o agua que corre es un poema que simula una trama. Y Eugenia Coiro nos engañará focalizando nuestra atención en dos cosas: ¿cómo se hilvana la historia? y ¿qué es el niño? Cosas que acaso no importan tanto como sus dos personajes ocultos: la voz narradora y la enamorada. Es a través de ellas que percibimos al niño/monstruo que pareciera ser el protagonista de esta trampa poética. Es a través de ellas que el mundo natural y el cuerpo del otro se llenan de erotismo y sensualidad, es a través de esas miradas que la belleza se hace monstruosa y brutal, y cuando el lector menos lo espera la enamorada vuelve a ser niña:
De modo que esto es la orilla.

Algo parecido al amor me nace
algo apenas roto.


Nicolás Pazos, 2014.


Karin Godnic

jueves, 11 de diciembre de 2014

quise escribir de hoy - Belara Michán

quise escribir de hoy
y volví al ayer
sin querer
ni siquiera había pensado
ni una conexión y acá está
la nena que se desdobla para hacer poesía o
la casi adulta –qué miedo– quiere volver
al lenguaje de nena
es decir:
bailar sin palabras
hablar sin coreografía
con la poesía en la punta de la lengua y los pies
inconscientes del movimiento
del día y la hora
de la marca en el piso
en su cuerpo
(blanco por no escrito
blando por sin fuerza)
hoy ya no puedo dar
un solo paso
sin mirar de reojo a ella
y copiarme cuando me olvido
qué sigue


Belara Michán, cuerpoadentro.
Viajera, 2011.


Robert Hausser

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Encendida - Andrea Larrieu


De chica contemplaba el fuego
hechizada
La llama erguida
me encendía.
Acercaba el papel, miraba cómo lo devoraba
extasiada.

Te lo advertí.
Te reíste.
No te tengo miedo, fueron tus palabras
y saliste con un portazo.

Te lo advertí
Igual me dejaste.
Soy yo la que me voy
pero queda mi recuerdo
como un sello
intenso, gigante, devorador
alojándose enloquecido en cada rincón de tu casa.

Antes de irme
contemplo la escena excitada.
Lenguas intrépidas se tocan, se entrelazan
haciendo suyo todo lo que está a su alcance.
El hierro enrojece
la madera se quiebra y oscurece
los objetos se encienden y se consumen
las llamas gritan enloquecidas
se avivan, sacan chispas
una gran fogata
me abraza con su calor.

Contemplo la escena excitada

Y me acuerdo del pequeño fósforo haciendo suyo el papel.



Andrea Larrieu, 2014.
Autora de Encontradas y Perdidas.

Keiichi Tahara

martes, 9 de diciembre de 2014

Supóngase que un rayo... - Mario Nosotti

IX


Supóngase que un rayo llega oblicuo 
a un prisma de cristal
el mismo lo desvía hacia un espejo
que redirige el rayo y de ahí 
lo difunde 
como a través de nubes o 
papel calco. Ahora,
supóngase que alguno 
estuviere apremiado a explicar el color:
bueno, a cada longitud de onda
le corresponde uno.


Mario Nosotti, El proceso de fotografiar.
Viajera, 2014.






domingo, 7 de diciembre de 2014

Dos días muerta - Lorena García



Dos días muerta
pinchan mis dedos para saber
si estoy viva
la respiración se acumula en una sábana
quieta e inerte
dos días
mi cuerpo detenido
(dos) (dos)
detenido.






Lorena García, Peligrosa horizontal.
Viajera, 2014.




sábado, 6 de diciembre de 2014

Axel Levin sobre "Agua o niño que corre", de Eugenia Coiro

Agua o niño que corre, de Eugenia Coiro, tiene la particularidad, y la virtud, de contarnos un relato. Generar de la poesía una historia. Atraparnos en ella. Te envuelve con una sustancia tibia, hecha de un misterio que pregunta. Algo nace sin forma, vaciado de humanidad, monstruoso hasta el punto de no saber qué es.
Te lleva por un túnel a la profundidad, y en el trayecto se ríe, mueca irónica. ¡Cómo caés tan fácil en el juego de creer que lo inhumano está por fuera! Se puede ver, y hasta tocar, en algún lugar concreto, solo falta saber dónde. Está ahí, a la espera de que lo encuentres, para-que-te-quedes-tranquilo.
El relato se camufla. La fantasía, la descripción de “lo natural”, la metáfora “inocente” que oculta su verdadero rostro. Que el lector encuentre su propia máscara, lo descubra sin ayuda. Esa historia le recorre el cuerpo. A él y a cada uno.
El libro nos deja una pista, poder conciliar lo irreconciliable: (…) transfigurame\ en poesía\ liberame niño vivo muerto.

La poesía, tanto como el amor, confunden límites, los diluyen, borran.

Axel Levin, 2014.



viernes, 5 de diciembre de 2014

O mirando la foto sorprender - Mario Nosotti

XXI


O mirando la foto sorprender 
–mirá!
 lo felices que éramos 
–ahí
y quizás seamos felices
en lo definitivo del instante
esa placa insonora
nos sirve para ver
para parar la rueda
sobre nuestra cabeza 
y vernos sin el peso de ser
como nosotros
y aquel dolor del aire
el paso doloroso hacia el mañana
Cesó. Viento y el ruido. Y ahora
en este diminuto
teatro del vacío vemos
una felicidad que bien
supimos obstruir.


Mario Nosotti, El proceso de fotografiar.
Viajera, 2014.


Francis Miller

jueves, 4 de diciembre de 2014

Un poema de Ignacio Uranga

Roberto Rodrigo Martínez García se apagó en la tristeza
propia de Roberto Rodrigo Martínez García, 82 años, y
en la también tristeza de Tampico, Tamaulipas: jamás
verá en Tampico otra vez el sol ni el sol habrá de verlo:
dónde, Job dijo enojado a Dios, estará él, pensaba Job
hablando adentro Job con ira a Dios, cerrado a Dios y
estábase incluso en oración con interdictos a decir Job
no conforme Job con lo que pasa pues acá en el tiempo
de hombres, la traslación acaso o girar del sol que abre y
cierra el día: no pensó, por cierto, en Tampico Job y
pensó aunque no supiera en Roberto Martínez García
por la familia abandonado, a golpes en la vía pública
calle Jiménez esquina Benito Juárez hasta apagarse
por completo en la colonia de Morelos, en el asilo
"Paz y alegría", sin ninguna de ambas Roberto Martínez
sin rumbo otro que apagarse al fin, tal cual un asteroide
como un hijo muy crecido abandonado por el hijo y
no verá el sol en Tampico, Tamaulipas ni habrá tampoco
el sol de verlo a Roberto otra vez: no hay signos vitales y
qué habrá de ser de acá en más, Job se preguntó cerrado y
cerrado a Dios le preguntó a Dios incluso, estaba en oración
el corazón de Job cerrado como el tiempo en que gira el sol
tal cual el sol visto nunca más por Roberto Martínez García
−dónde él ahora, Job−, tal cual también el mismo sol acaso
de Tampico, Tamaulipas ahora o en cualquier lugar, Job, y
qué será también del mismo sol ya sin Roberto a iluminar

de: al grave aparecer de lo que ser ahí



Ignacio Uranga, 2014.



Tina Modotti

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Carolina Calvo reseña My Love Worst Poems

Por Carolina Calvo

El amor es un juego de mediaciones que quieren hacerse reflejo, un querer reducir dos cuerpos a uno. Cuando Mis Peores Poemas de Amor explora el lugar del enamorado, lo hace mediante la idea de que es la lengua la que habla por el sujeto y no el sujeto a travésde ella, sólo que desde una lógica de ruptura: la poesía de Karina Macció pelea por la apropiación del querer decir, por la invención de un modo de pensar la escritura que permita entenderla desde sus quiebres y darle una nueva forma al sentido. Los juegos, la pluralidad, lo no binario, son todas estrategias con las que el yo lírico no se deja definir por su lengua, sino que la transforma para decir con ella lo imposible. Es un trabajo que toma protagonismo por sobre el contenido mismo de la obra, ya que los límites del sentido son puestos en duda a través de la técnica y la palabra.
​Todo esto se evidencia significativamente en la traducción. Traducir es, de cierta manera, apropiarse de lo traducido: la lengua misma encarna en ella una realidad y perspectiva propias. En inglés, las expresiones, palabras y sonidos son otros; la traducción no es un espejo sino un trabajo sobre la poesía, hay una inevitable mediación entre autora ytraductora, similar a aquella entre los enamorados. Leer en inglés es más que cambiar delengua, implica también una relectura y resignificación de lo ya leído en castellano. Esto quiere decir que el sentido no es ni único ni unidireccional; es un juego que la obra propone desde la perspectiva del idioma para oscurecer y –paradójicamente– esclarecer el sentidodado. Y si bien el original no fue pensado inicialmente como bilingüe, esta nueva versiónse adapta a su traducción inglesa y busca generar un diálogo entre ambas partes.
La colección Viajera bífida nos propone una literatura que necesita de un lector paracompletarla, trabajarla y darle ese sentido final que el yo lírico lucha por poner y romper en palabras. “A medida que lo escribo me deshago y cambio”, nos dice la obra. Yo propongo: a medida que lo leo, lo deshago y cambio. Si la poesía quiebra el sentido para formar otros, entonces quiebra también las maneras prototípicas de percibirlo. Mis Peores Poemas de Amor necesita un lector que tome un papel activo y complete el significado que se presenta con su ausencia, en las grietas del poema. Pese a que una lectura superficial entienda la poesía de Karina Macció como el reflejo del ser enamorado, lo que en realidad subyace en ella es ese espacio por llenar en la mediación existente entre discurso y sentimiento, entre lo expresado y lo inexpresable. En el juego del amor.




martes, 2 de diciembre de 2014

Aniversauro * Adelanto de Reléame

Aniversaurio

En el día de la fecha se cumplen 65 millones de años de la extinción de los dinosaurios. No es un aniversario cualquiera.
En realidad, debe tenerse en cuenta que algunos dinosaurios sobrevivieron un poco más. Lo que ocurrió el 2 de diciembre de 64.997.986 antes de Cristo fue la caída del meteorito en lo que luego se conocería como el Yucatán. El impacto causó muchas muertes directas, sin provocar la extinción en forma instantánea.
Pero lo que sí causó un daño irreparable fueron las partículas dispersadas por el impacto. La atmósfera de la Tierra se oscureció de repente, y se anuló toda la fotosíntesis. Las plantas murieron, y sólo sus semillas quedaron intactas para crecer cuando aclarara. Los animales que vivían de las plantas, y los que vivían de ellos, perecieron sin remedio. El evento liberó a los mamíferos, que antes estaban limitados a una vida escurridiza en un mundo de gigantes.
Este año se celebrará con muchos eventos a los dinosaurios y su extinción. Nosotros, que sin su ausencia no existiríamos, debemos rendir honor a aquel final y tenerlo en cuenta para que no nos pase algo similar.
Las celebraciones ocurren todos los 2 de diciembre, pero no es frecuente que se cumpla un número tan redondo. La última vez, en 997.886 antes de Cristo, nuestra especie no había desarrollado la matemática ni la paleontología. Y el próximo aniversario grande, cuando se cumplan 70 millones, puede llegar a ocurrir demasiado tarde.
Por eso es muy importante este acontecimiento. Es verdaderamente un evento excepcional, que ocurre menos de una vez en la vida. Nuestra generación tiene el privilegio de presenciar este momento, y ese hecho fortuito es parte de lo que se festeja.
Así que debemos aprovechar para participar ahora. El año que viene, cuando se cumplan 65.000.001 años, no va a ser lo mismo.



Nicolás Di Candia, Reléame.
Viajera, 2014.


lunes, 1 de diciembre de 2014

Strip Dancer * Peligrosa horizontal // 2/12


Estreno del videodanza Replican, por Belara Michán, Alejandro Marani, Gabriel Calarco, Pablo Goldberg y Fernado Beat. 



Proyección fotográfica: Idea y realización: Gabriela Oyola Fotografía: Pablo Stieb
Artista Performer: Florencia Panucci






Dibujos de Maximiliano Etcheverry Ibarra. 

Participación de Alejandro Chaluat - Virginia Janza - Karina Maccio-Nicolás Di Candia 

perderte - Lorena García



perderte
perderme
en el mar como Alfonsina
podría
pero me da impresión el agua salada
tengo la nariz fría y los pies tapados
acaba de salir el sol
el viento empuja las nubes

quiero ser yo
esta misma
libre
la libertad
de mirarme al espejo
encontrarme
qué soy
reconocerme

yo




Lorena García, Peligrosa horizontal.
Viajera, 2014.