lunes, 24 de diciembre de 2012

Presentación de "La meta de Gregorio" y "Sonomama"


¡Ya salieron los nuevos títulos de Viajera Editorial!

                                                                                                 


Comentarios sobre "La meta de Gregorio" de Diego Recalde:

 


     Comentarios sobre "Sonomama" de Néstor Cheb Terrab:

 

Lado Géminis reseñado por Rubén Sacchi

Rubén Sacchi





Ya está la reseña de Lado Géminis de Virginia Janza en "Desmenuzarte mejor".

Otra mirada sobre el libro dorado.

No dejes de leer la nota en: http://desmenuzartemejor.blogspot.com.ar/2012/12/lado-geminis.html

sábado, 22 de diciembre de 2012

Hoy Cecilia Maugeri en "Anticipo 2013"

El sábado 22/12 a las 19.30 h Cecilia Maugeri leerá sus poemas junto a Mónica Rosenblum, Carla Sagulo, Nicolás Correa, Franco Castignani, Natalia Litvinova, Javier Galarza, Jimena Repetto y Andrés Alvarado
La cita es en La oveja descarriada (Araoz 1047).
¡Los esperamos! 




sábado, 15 de diciembre de 2012

Bicicleteada poética. Tercera parada.

En la noche de las librerías
Frente a Cúspide de Recoleta 

LEE: VIRGINIA JANZA




una vez estaba andando en bicicleta cargando las obras completas de borges en la mochila bajaba por pedro goyena a toda velocidad semáforo amarillo una vieja cruzando indecisa la veo atravesada intento frenar la bici indomable por el peso la vieja en rojo y paf entrelazadas sus piernas borges la bici y yo mezcladas en una bola raspante y dolorida la bici encima la rodilla de la vieja sangrante mi cuerpo golpeado las obras completas de borges desparramadas en el asfalto por pedro goyena la acompaño a la señora a ponerse hielo la rodilla chorrea un hilito rojo como un camino de migas de hansel y gretel va quedando atrás yo lo miro y cuando levanto la cabeza me choco al marido que me empieza a insultar y lloro porque me duele el cuerpo y estoy en estado de shock y los dos viejos me miran abochornados

***
una vez cuando era chiquita quise subir con la bici el cordón y no hice la suficiente fuerza la bici no trepó se ve que yo dudé o algo pasó y nos fuimos al piso yo de cabeza la bici al charco una sensación horrible al volar como si los órganos se me fueran de boca todo violeta el aire el piso la sangre que me sale de los codos y la pera y yo lloro porque mi mamá no viene lloro por la bici machucada por tanto golpe tanta vida a los pies





KARINA MACCIÓ LEE A 
OSVALDO BOSSI


A través de los años no hice otra cosa que escribir poesía. Incluso cuando era muy chico y no sabía leer ni escribir. Escribía a toda hora, sin darme cuenta. Cuando las calles eran de tierra y no existían las luces de mercurio.  Cuando mi mamá era hermosa y alegre como un cascabel (lo sigue siendo todavía). En una casa de madera con chapas de cartón. Mientras mi papá salía a juntar papeles de diario y botellas y un sinfín de cosas inútiles en su carrito de botellero. En plena noche de verano y en pleno carnaval. Con mi amigo Raulito, que era la luz de mis ojos. Andando en bicicleta o tirado (¡toda la santa tarde!) en el campito de la esquina, mientras miraba pasar las nubes por el cielo.
En fin, la cuestión es que un día empezó todo. Una palabra trajo a la otra y ésta a la siguiente y cuando quise darme cuenta tenía entre mis manos un libro de poemas. Yo no creo que haya una cosa más rara que un libro de poemas en este mundo. No digo que no las haya, pero en cierta forma, todas las cosas raras terminan ahí. Sobre todo porque el lenguaje de la poesía es un lenguaje común y corriente, y al mismo tiempo es algo que no se puede explicar. Como si uno estuviera hablando con un marciano. Lo digo de verdad, no exagero. Los poetas, de alguna manera fueron (y siguen siendo) como marcianos para mí. Con sus antenas  y su melancolía incurable, hicieran lo que hicieran para disimularlo.

De Casa de viento, Antología personal (editorial Nudista, 2011)


Bicicleteada poética. Cuarta parada

Noche de las librerías
LAS BICICLETAS FRENTE A 
CLÁSICA Y MODERNA




Cadena de bicicleta
por NICOLÁS DI CANDIA

Siempre encontré conveniente no dejar la bicicleta al alcance de cualquiera. Por eso, cuando no tengo más remedio que estacionarla en la calle, uso una cadena con llave para dificultar que me la roben.

Ese día hice exactamente eso. Pero cuando volví, me encontré en una situación extraña. La bicicleta estaba ahí, nadie se la había llevado gracias a que estaba protegida por la cadena. Cuando la fui a abrir, la cadena empezó a sacudirse. Me costó dar vueltas a la llave, pero lo logré. En ese momento, la cadena pegó un salto enorme y se alejó varios metros.

No se quedó en eso. La cadena reptaba. Formaba una S sobre el suelo y se deslizaba por las baldosas, zigzagueando entre la gente, cuya presencia me impedía ir directo a agarrarla.

La empecé a seguir. Tardé pocos segundos, porque no podía irse a demasiada velocidad. Cuando la logré agarrar, se sacudió con la misma fuerza de antes. Pero esta vez estaba preparado y fui firme. No la dejé volver a escapar. Como los sacudones seguían, decidí cortar por lo sano, la agarré de un extremo y le golpeé la cerradura contra el cordón de la vereda. Con eso no se volvió a mover.

Entonces fui a buscar la bicicleta, pero cuando llegué a donde la había dejado no estaba más.






VIRGINIA JANZA




Hay un movimiento
interno
que me agita
ha
comienza desde adentro
el corazón
haa
pedalea
hace ritmo
se agita
ha ha
pedalea
mi ritmo
los pies en el aire
acelero
haa
pienso que no voy a llegar
me agito
ritmo parejo
ha
en el aire lo llevo
adentro anticipo
ha ha ha
el aire sale seco raspando la garganta
ha
la rodilla el calor los huesos acomodados
haa

¿es así?
los músculos se ponen rígidos
¿así?

desestabilizada en movimiento
un pie otro pie
rígida
sacudida circular
desde el pecho
ha
hacia arriba
ventosas en movimiento
una columna de aire
haaa
un vacío
interno




KARINA MACCIÓ LEE A  
ADÉLIA PRADO


Una vez más 

No quiero amar más a Jonathan.
Estoy cansada de este amor sin mimos,
Destinado a volverse un amor de viejos.
Ay, nunca hablé así
-un amor de viejos.
Sin duda es una falsedad.
Así sea que Jonathan me olvide
Y esta canción desafine
como un mal bolero,
sigo queriendo la bicicleta holandesa
y después la cripta gótica
para que nuestros huesos descansen.
Eh, Jonathan,
no depende de vos
que el cántaro invisible rebalse oro.
Ni de mí.
Quiero afear el poema
para arrojarte mi desprecio,
en vano.
Lo escribe quien me dicta estas palabras,
lo escribe a través de mi mano.



 

Bicicleteada poética


Viajera en bicicleta


Lecturas en la noche de las librerías
¡Las recorrimos en bici!

Recorrido viajero
Partimos de las escalinatas de la Plaza del Lector, leímos junto a Antígona libros. Allí Karina Macció nos recibió con un poema de Pablo Neruda y escuchamos luego a Diego Recalde y a Nicolás Di Candia.
Preparación para la bicicleteada poética.
Di Candia lee, Macció sonríe.

 

 

Luego pasamos por la librería Norte, frente a la Facultad de Ingeniería. Hubo que aguzar los oídos porque los colectivos rugían con sus no muy poéticos motores.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuimos pedaleando hasta Cúspide en pleno corazón de la Recoleta, donde unos músicos hicieron un intervalo para que leyera Virginia Janza. 
Más tarde nos detuvimos en Clásica y Moderna.



  









Escritores, bicicletas y transeúntes que pasan por Callao.


Finalmente llegamos hasta la avenida más emblemática de las librerías de la ciudad, la siempre despierta Avenida Corrientes.


Las luces de la Avenida Corrientes.

BIcicleteada poética. Segunda parada.

Noche de las librerías
FRENTE A LA LIBRERÍA NORTE
LEE: EUGENIA COIRO




Me subo a la bicicleta

ahora soy ágil y esbelta

tengo las piernas circulares largas elásticas

con cada vuelta me impulso

hacia adelante y arriba entre los árboles

la gente lejos cerca lejos 

sus cabecitas se contonean

caminando en el calor 

son zombies buenos

o enojados

son insectos sin alas

mientras yo avanzo

el asfalto firme humeante

la ciudad viva 

el hormiguero.



Los rayos desparraman brillitos entre los transeúntes

soy una estrella fugaz

en la ciudad de día

no importa hacia donde voy

cómo me llamo 

ni cuántos años tengo

soy la diosa de la bici rosa

soy vintage soy hermosa

cómo acaricia el aire mi pollera

me siento diva fabulosa

abajo la gente que choca se pegotea

desciende a los túneles 

se guarda en edificios

se pinta y se disfraza

a mi no me hace falta

hasta que giran y me miran 

ya estoy en la otra cuadra.



Y si cae la lluvia  

con sus gotas gordas de verano

o una garúa triste como de tango

si viene el viento y me obliga al esfuerzo

si me lleva un huracán caribeño

agacho un poco la cabeza 

y sigo con el pedaleo 

me convierto en heroína

una super chica en dos ruedas.


Bicicleteada poética. Primera parada.

Viajera en bicicleta la noche de las librerías


LEE NICOLÁS DI CANDIA





Choqué con la bici


Venía con la bicicleta a una velocidad que tal vez era excesiva, pero de cualquier modo era una bicicleta, no un 747. Se ve que el camino tenía alguna imperfección, porque en un momento me encontré con que me estaba cayendo.
Hice rápidos esfuerzos por evitar la caída, pero era tarde. El descenso era inevitable. La bicicleta y estábamos tomando caminos diferentes hacia el mismo destino.
Quise ver qué era lo que había provocado ese desenlace, pero decidí que lo mejor era tratar de protegerme antes del golpe. Vi los pocos centímetros que tenía por delante hasta el suelo. Estaba claro que lo mejor era tratar de caer de la manera menos perjudicial que pudiera. Buscar un ángulo menos agresivo, tratar de ir hacia una parte blanda del terreno, tratar de proteger las partes más sensibles de mi cuerpo con las más resistentes. Pero no tenía tiempo para esas maniobras. La caída era demasiado vertiginosa como para poder cambiar algún detalle del trayecto. Sólo podía observarla en cámara lenta, ver cómo el asfalto se hacía cada vez más grande.
Entonces me resigné a caer. Extrapolé qué podía pasarme y cuáles serían los pasos a seguir una vez consumado el impacto. Me preocupé por mi cuerpo (no llevaba demasiada protección) y también por lo que le pudiera pasar a la bicicleta. Pensé que era un poco ilógico preocuparme por la bicicleta justo en ese momento, pero hasta pocos momentos antes la había sentido como una extensión de mi cuerpo.
¿Qué me puede pasar?” pensé. “No me va a doler tanto. El ángulo que llevo me va a hacer golpear un poco, pero estoy seguro de que es mayor el susto”. El problema era que el susto no era algo que se me fuera a pasar así nomás. No tenía control sobre mi trayectoria, menos iba a tener control sobre mis emociones.
Elegí entonces la única opción disponible: registrar cada movimiento en mi memoria. Sabía que estaba viviendo un momento difícil de repetir voluntariamente. Era probable, también, que la gente me preguntara qué me había pasado. Y no quería tener que reconstruir los hechos, cuando todavía estaba a tiempo de rescatarlos.
Es por eso que ahora estoy en condiciones de contarlo.




KARINA MACCIÓ LEE A 
PABLO NERUDA





ODA A LA BICLETA

Iba
por el camino
crepitante:
el sol se desgranaba
como maíz ardiendo
y era
la tierra
calurosa
un infinito círculo
con cielo arriba
azul, deshabitado.

Pasaron
junto a mí
las bicicletas,
los únicos
insectos
de aquel
minuto
seco del verano,
sigilosas,
veloces,
transparentes:
me parecieron
sólo
movimientos del aire.

Obreros y muchachas
a las fábricas
iban
entregando
los ojos
al verano,
las cabezas al cielo,
sentados
en los
élitros
de las vertiginosas
bicicletas
que silbaban
cruzando
puentes, rosales, zarza
y mediodía.

Pensé en la tarde cuando los muchachos
se laven,
canten, coman, levanten
una copa
de vino
en honor
del amor
y de la vida,
y a la puerta
esperando
la bicicleta
inmóvil
porque
sólo
de movimiento fue su alma
y allí caída
no es
insecto transparente
que recorre
el verano,
sino
esqueleto
frío
que sólo
recupera
un cuerpo errante
con la urgencia
y la luz,
es decir,
con
la
resurrección
de cada día.

Bicicleteada poética

Viajera en bicicleta en la noche de las librerías
Arranca la recorrida en la Plaza del Lector


LEE DIEGO RECALDE





LA HISTORIA SE REPITE 

Una vez le pedí a mi papá que me enseñara a andar en la bicicleta… financiera.
Pero él tampoco sabía.




LA ZAPATILLA Y EL ZAPATO TACO AGUJA

Una zapatilla,
fue a bailar.
Tenía ansiedad,
por encontrar el par,
en la barra vio, 
un zapato taco aguja,
Fue hacia a la barra,
y la encaró.

-Soy una zapatilla,
zapato taco aguja...
Ella respondió:
-No estás a mi altura.

-Dale, bailá, conmigo,
zapato taco aguja...
Ella repitió:
-No estás a mi altura.

No se rindió,
fingió que no escuchó.
Volvió a la carga,
y otra vez la encaró:
-Soy una zapatilla,
zapato taco aguja...
Ella respondió:
-No estás a mi altura.
-Dale, bailá, conmigo,
zapato taco aguja...
Ella repitió:
-No estás a mi altura.

La música estaba,
demasiado alta. 
Ella estaba,
demasiado alta.
Y la zapatilla,
de cuerina y goma espuma,
encaró de nuevo,
al zapato taco aguja.

-¡No, no, no!

Ella se cansó,
y reaccionó con violencia,
porque llamó,
a los calzados de la puerta.
Y aparecieron,
varias botas negras,
que a la zapatilla,
patearon para afuera.

La zapatilla, 
terminó en el zapatero.
La chica taco aguja,
se fue del evento,
con un zapato,
que sabía navegar.
Era un zapato naúticoooooo…
que pisaba igual…

Pisaban, pisaban, pisaban, igual.
Pisaban, pisaban, pisaban igual…




ME GUSTARÍA

Me gustaría ser tu camisón.
Me gustaría ser tu almohada.
Me gustaría ser también,
una de las plazas de tu cama…

Me gustaría ser tus lunares.
Me gustaría ser tus pecas.
Me gustaría ser el asiento,
de tu bicicleta.

Me gustaría prestarte plata,
y que no me la devolvieras nunca.
Así para llamarte todos días,
tengo una excusa.

Me gustaría hacer de vos,
hacer de vos una fotocopia.
Yo me quedo con la original.
Y a tu novio le damos la copia.
Yo me quedo con la original.
Y a tu novio le damos la copia.

jueves, 13 de diciembre de 2012

¿Qué harías si fuera el fin del mundo? Responde: Alejandra Méndez



Y si se acabara, si hoy todo lo conocido se acabara. Yo escribiría mi poesía, me entregaría a "la fascinación de la ausencia del tiempo", como diría Blanchot.
Cerraría los ojos y pensaría en Marguerite Duras viendo que en definitiva somos un juguete en la mano enorme.

Alejandra Méndez

¿Qué harías si fuera el fin del mundo? Responde: Belara Michán


¿Fin del mundo? Bailar, leer, escribir, tomar vino y comer chocolate,  al mismo tiempo y con toda la gente que en algún momento me crucé.  ¿Lugar? Una playa de arena blanca y caliente donde el mar sea como una laguna tibia y transparente que se extienda más allá de lo imaginado.


Belara Michán

¿Qué harías si fuera el fin del mundo? Responde: Mariana Faierman



¿Dónde estará el borde del mundo? ¿De qué mundo estamos hablando? Adentro mío hay un mundo y el borde es toda mi panza. Y adentro estás vos y mi panza te contiene, mi panza-límite cierra todos los huecos para que te quedes un rato más. A mi panza le gusta contener tu corazón.

Lo único que espero

es que no te duela

el fin del mundo

cuando el borde se desgarre

y nos tiemble toda la tierra

y el mar entero se vaya de mi cuerpo

y tu sangre no sepa cómo seguir andando

yo te pregunto a vos

¿qué te va a pasar

cuando se acabe

tu mundo-panza?


Mariana Faierman

Karina Macció en la Noche de las Librerías

¡Este sábado 15/12 empezamos la Noche de las Librerías con todo!
Karina Macció leerá sus textos en la Bicicleteada Literaria. 
El recorrido comienza en la Plaza del Lector (debajo de la Biblioteca Nacional), y va a librería Norte, de allí a Cúspide del Village, luego a Clásica y Moderna y termina en Corrientes y Montevideo donde se hacen las actividades principales 
de Noche de Librerías.
¡Te esperamos con tu bici para seguir Siempre de Viaje!


Imágenes de Viajera Visita Fedro 12.12.12

Belara Michán



Perla Quinteros

Alejandra Méndez

Mariana Farierman


Nicolás Alonso

Virginia Gallardo

María Victoria Verzura

Laura Ramírez

¡La Troupe Viajera!

Mariana Faierman en Viajera Visita


Mariana Faierman nació en 1987. Es Profesora de Enseñanza Primaria, recibida de la Escuela Normal Superior Nº1. Estudia Psicología en la Universidad de Buenos Aires. Asiste al taller Siempre de Viaje desde el año 2009. En el año 2010, editó la serie "Una manera de mirar" por Colección Valijita.













Aquí, algunos de sus poemas:

antes era más fácil definirme
yo era mis cicatrices
yo era el nudo en la garganta

antes pensaba que todo tenía borde
y que mi borde era ese hueco
pensaba que yo era ese no poder quererte
ese no poder acariciarte sin clavarte las uñas
yo era los pies quemados de tanto pisar
el sol en el suelo
la vida en miniatura
apretar la boca no hablar
no decir una palabra
yo era sin voz
yo era siempre en otro lado
yo era sin que nadie se diera cuenta

las cicatrices me dibujan por dentro
forman caminos desconocidos para mí
no sé dónde voy guardando
todas las agresiones y todos los besos
cada dedo en el agua
cada mirada al sol

quizás podría cortarme al medio
de punta a punta
recorrerme con microscopio
¿encontraría moretones y curitas en mis órganos?
¿tendré mensajes escritos en mis venas
un código secreto
un camino de miguitas de pan?
¿qué me diría mi cuerpo?

quizás soy solamente piezas pegadas
cada recuerdo atornillado a otro
cada gota de mar y cada dedo en el sol
atados con hilos

pero los besos no
los besos deben estar en otra parte
mejor escondidos
que nadie los pueda ver ni tocar
tal vez son el pegamento
esa pieza que no me animo a mover
por miedo a que se caiga la torre

antes pensaba que yo era un cuerpo recortado
desordenado y quieto
vacío de agua y de sol
pero debía ser más que eso
si llevaba siempre un tequiero en la punta de la lengua
si lloraba hasta dormirme y a la mañana siguiente volvía a levantarme
y sonreía al menos
una vez al día 

Nicolás Alonso en Viajera Visita


Nicolás Alonso nació Lanús en 1986. Es Licenciado en Ciencia Política (UBA). Participó en talleres de teatro en el Banfield Teatro Ensamble y el Teatro de las nobles Bestias. En 2009 se unió al grupo literario Siempre de Viaje. Participó en diversas muestras y eventos literarios. Leyó sus textos en el Desfile de Personajes Imaginarios, en Viajera Visita y en Poesía y Rock. Colabora con la Revista NaN (Novedades sobre las Artes Nuestras), escribiendo reseñas de Literatura.



Aquí, un nuevo texto para compartir:

Escena V
El hombredebien volviendo de su trabajo se cruza con el niñoviejo para darle su moneda. La mugre está en el piso. Y en el niñoviejo. Uno animal, otro autómata. Ambos objetos. Ambos esclavos. Hay un escritor que los mira. El escritor soy yo. Se apoya en la baranda. La muchedumbre se mueve en una anarquía cuidadosamente coordinada. Hay una vendedora. Está parada en medio de la muchedumbre. Es una directora de orquesta marcando el ritmo de la marea, “A los pañuélos-pañuééélos...”. Alrededor suyo los hombresdebien deambulan. La coreografía es perfecta. El escritor tiene El ser y el tiempo entre sus manos. De lejos se anuncia el retraso de los trenes. Algunos corren. El niñoviejo no mira, su cuerpo está apoyado junto a la boletería. Su mano cae con la palmas hacia arriba. Hay un vaso de monedas junto a él. Es un pote de yogur, ahora gastado y repleto. Su piel es oscura, los colores de su ropa no se distinguen por la mugre. Algo de baba chorrea entre sus labios, con el ritmo de la respiración parece haber pequeñas burbujas que se van formando. El escritor lo mira. Aprovecha que la vista del niñoviejo cae al piso. El servicio eléctrico a Glew y Alejandro Korn está suspendido. La marea acelera su ritmo. Las fricciones parecen cuidadosamente coordinadas. El murmullo crece: música de fondo, cadenciosa y rítmica. Los hombresdebien traspiran más y más, a medida que el movimiento se acelera. La mirada del niñoviejo permanece en el piso, tirada, estática, arrojada, caída. Los altoparlantes repiten consignas aturdidas, difíciles de entender. El hombredebien se queja con un gesto, y busca rostros indignados de otros hombresdebien. En su búsqueda se topa con el escritor, conmigo, absorto y alejado, como levitando sobre esa marea atroz. Las miradas se encuentran, él hace un gesto mecánico de complicidad. El escritor no responde y le clava la mirada intentando que el hombre reaccione. El autómata sigue con su ritual. Su libertad consiste en encontrar el camino a casa antes que el resto. Y así poder llegar, saludar a sus hijos, besar a su mujer y comentar lo mucho que costó regresar hoy. Las cámaras de televisión comienzan a aparecer. Filman el “caos”. Los epígrafes rojos se multiplican en las televisiones. “La vuelta a casa: un infierno”. Están colgadas en los locales de comidas rápidas que atestan el lugar con su olor a carne cocida. Los periodistas frenan el ritmo, retienen a los hombresdebien y hacen preguntas ya sabidas. La gente se queja de que “se viaja como ganado”. Todo es guión, todo está actuado, un gran “se” impersonal que se extiende sobre los organismos y los atrapa, como un virus congénito y latente, silencioso, con el que se nace y se muere. Todo ha sido dicho hace tiempo. El escritor piensa en los trenes como grandes transportadores de vacas, que pastan en el Conurbano para ser carneadas en la Capital. Me contradigo: el animal es el niñoviejo, los demás no son más que autómatas, pero la idea de las vacas no termina de disgustarme. El escritor comienza a oír las voces a su alrededor como maullidos, como gemidos de animales enjaulados, como caballos que, debocados, comienzan a correr en círculos, en fricción incesante de deambular vacío. El niñoviejo no se inmuta, lo que antes era un hilo ahora es un chorro de baba a punto de cortarse. Su cuerpo está sostenido por la pared en la que se apoya. Su cara no se ve detrás de la mugre, es como si ejerciera una atracción en cada partícula que flota en el aire. Se le adhieren a la cara como garrapatas de polvo, de tierra. Forman una pasta suave y aceitosa mezcladas con el sudor y la humedad que se condensa en el ambiente. Apesta a transpiración añeja, macerada durante días. Los hombresdebien no se detienen. Tiran las monedas sobre su mano, que permanece inerte debajo de una montaña de diminutos metales de 25 y 50 centavos. El hilo de baba es ahora una espuma que borbotea. La montaña de monedas ya tapan todo su brazo derecho y se extienden hacia su hombro. Los aullidos de los hombresdebien comienzan a aumentar en un contagio general. Las personas con trajes se paran frente a las cámaras y con total seriedad comienzan a emitir un tibio muhhh, mientras señalan hacia los andenes como intentando explicar algo. En animal y el autómata se confunden. Ahora los hombresdebien son los animales y el niñoviejo es un pedazo de piedra embarrada que traspira. Los altoparlantes hacen un horrible chillido. Una voz algo gangosa indica que el servicio eléctrico se reanudará en unos minutos “hacia Ezeiza 18:42 hs”. En medio de la muchedumbre el escritor la ve. Es labailarina. Sus auriculares puestos, y el mismo rítmico paso de aquella tarde. Su pollera flota en medio de los pocos maullidos que quedan. El ser y el tiempo cae al piso. La escena parece aclararse, ganar densidad y sentido. Plaza Constitución es la cruz en la que esa rosa carmesí se detiene, exuberante, voluptuosa y delicada. labailarina es la rosa en la cruz. Es la rosa justificando esa cruz pesada y barrosa, pusilánime, decadente. En medio del bullicio labailarina se pierde. El escritor Intenta seguir esa luz, pausada, pero la marea de gente se lo impide. Vuelve la vista hacia el niñoviejo, que ahora, con un movimiento mortecino, junta las monedas que aplastaban su brazo mientras intenta tragar la espuma que le salió por la boca. Las voces comienzan a tornarse más audibles. Las cámaras de televisión enfocan los sonidos de la gente, ya algo más coherentes. El niñoviejo ya tiene su vaso lleno de monedas y su mano libre. La baba apenas se insinúa. El autómata envía mensajes de texto. El escritor intenta volver sobre su libro. Está en piso. El mármol es grisáceo, veteado y pegajoso. Los zapatos de los hombresdebien circulan alrededor. No ven el libro, tampoco lo pisan. Simplemente queda ahí, con su tapa azul junto a una botella de Coca-Cola vacía, la gente circulando a su lado y un escritor atónito mirando la escena.  

María Victoria Verzura en Viajera Visita



María Victoria Verzura nació en Buenos Aires en 1973. Es Licenciada en Informática (ITBA). Hace varios años comparte la vida con su marido y recientemente fue mamá. Participó en varias antologías y revistas literarias. Ha leído en diversos ciclos, como Festival Buen Día y Viajera Visita y Express-Arte. Publicó su serie Girando, en homenaje a Oliverio Girondo (Zapatos Rojos), Mar Rosa un tributo a Marosa Di Giorgio (libro-objeto de Colección Valijita) y Sentir óseo (Viajera Editorial).

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Poemas para disfrutar:

Abierta de par en par
una blanca tela
libre se siente
extendiéndose hasta el punto máximo
hace formas
envolventes cuerpos
ella jugueteaba sentada a caballito
una pierna adentro
otra de pie al vacío
se suelta
movimiento continuo
manos acariciando el aire
abajo el precipicio
solo un suspiro los separa
¿acaso ella quiere vencer esa altura?
¿dejarse caer sin tiempo?
su mirada busca un punto
un calambre la recubre
todo se hace vertical
se desarme
hasta acabar



Admiro ese conocimiento
y seguridad que te caracterizan
esa palabra justa
en el momento apropiado
la inteligencia también enamora
pero detrás de tanta perfección
¿qué habrá?
¿cuál será tu punto débil?
eso que no podés manejar y varias veces te supera
vos sabías:
el amor no es tan lineal
tan perfecto
el cuerpo varía
las situaciones
el tiempo
las personas
y entonces te descoloca
hay que re adaptarse cada minuto
re aprender a amar
y a ser amado
anoche soñé que te ahogabas
en aguas turbias
y te rescataba
¿acaso ves eso en mí?
la posibilidad de hundirte
para que alguien te rescate y cuide
la vulnerabilidad amigo también es un sentimiento
que hay que experimentar
todo hace al hombre
mejorarse,  acercarse al resto
al aprendizaje eterno
al mundo verdadero
al del sentír
de la equivocación
aceptación y avance

“…Renacimiento
La futura madre aguarda
el descenso del alma
en alas del espíritu
para formar su cuerpo físico…”

Los hijos nos elijen
y nosotros con las manos abiertas
les damos cuerpo y alma
esas manos que se extienden hacia arriba
buscando un algo que dejarles
a ellos que cada día nos llenan

la flor la lleva en su pico
tan fuerte como su amor
pájaro fuerte y brillante
emblema del corazón



plantar un árbol tener un hijo escribir un libro

planté todas las flores de mi balcón
planté verdes malvones que ser hicieron rosas rojas fucsias
colores furiosos armoniosos colores vivos
trasplanté un pino enano cuidando regando sus costados para verlo crecer libre

siempre escribí poesía (primero la escribí para mí como descargo)
siempre busco decirte algo (primero a mi)
fuerte sensible perturbador (como yo)
soy tan rebuscada complicada enroscada
tiro la piedra y me escondo

pero algo tan fuerte recalcitrante duro me hizo crecer a golpes
pero algo tan dulce nuevo amoroso me hizo humana sensible madre
apenas nacido ésta unión lazo apego fue creciendo fortaleciéndose haciéndose indestructible

¡oh hijo! trascendencia pura todo mi amor para vos hijo

me quedo mirándote admirada
me quedo escuchando tus conversaciones
me quedo extasiada apenas creyendo mi maternidad

plantar un árbol tener un hijo escribir un libro
si la vida fuera tan fácil como eso
si solo con éstas tres cosas pacientes crecientes relucientes fuéramos felices

***

Aunque Monte Castro no es mi barrio de origen
es mi lugar por elección
tantas cosas han pasado
la mudanza a nuestro departamento
la primera vez que vine
me pareció un sitio lejano
y a su vez muy luminoso
me gustaba que fuera barrio y que tuviera tantos negocios
me encanta que sea tan familiar
también se produjo nuestro casamiento
y la fiesta quedó guardada en el recuerdo del barrio
Sentir Óseo, mi primer libro, se formó en las paredes de Sanabria
los festejos con amigos y familia brillaban de emoción
pero lo más importante aún no había llegado:
el nacimiento de Francisco
¿te acordás bebe la primera vez que salimos juntos a la calle?
salida obligada, comprar pañales
Jonte y Bermudez, ¡esas 10 cuadras fueron eternas!
¡cómo cambia todo, hoy casi podrías ir caminando solito!
juntos vos y yo descubrimos muchos rincones
varios espacios verdes
la plaza de All Boys por ejemplo
y tus primeras subidas en la hamaca
ahí conociste lo que es caminar sobre arena
correr a las palomas y acariciar algún perro bonachón
en la plaza San Pedro descubrimos la Iglesia
y una ceremonia tan casual como emocionante te bautizamos
nuestros negocios preferidos son los de ropa de niños, los todos por 2 pesos, jugueterías
y la calesita de la Galería
¿te acordás cuando te subí a la calesita, Franchi?
tu carita estaba iluminada
hoy tu predilecto es el castillo inflable
sos tan enérgico que una hora de saltos no te alcanza
desde tu llegada cada espacio se fue transformando
pinté cubos para armar tu rincón de juegos
ahora me falta la sillita
sentada alrededor de la mesa escribo
y te dejo salir al balcón
te veo reír
saltando, gritando, mirando a la gente y a los colectivos
me siento tranquila de saber que hicimos una buena elección
para que crezcas feliz


***
“…Asciende como la hiedra por la vertical de la cruz para alcanzar tu estrella…”


Las hojas de la hiedra
crecen subiendo escalonadas
a veces hierro a veces nubes
copos de verde
alumbran el camino
piedras y escombro
amor y esperanza
fomentan el paso
la estrella
está tan cerca como lejos
no hay sendero vertical
solo una luz tenue a seguir
y al final -si se llegael
alma del artista