viernes, 7 de diciembre de 2012

Acerca de "Sonomama" de Néstor Cheb Terrab


SONOMAMA de Néstor ChebTerrab

La poesía de Néstor ChebTerrab en este su primer libro se expande en un aluvión tanto verbal, como de imágenes, claves e intuiciones. Es como destapar y expulsar una caja de llaves cada una en busca de su puerta, cada una en busca de una salida o de un camino ciego.
En ese torrente el poeta “Parado en la espalda del universo” dice: “hacia una puerta gen/ arrojo piedras/ tóxicas“. Esa puerta es como la superficie de un lago vacía: la pregunta o la incisión del que escribe le crea su materia primordial, su caos, en el que el lenguaje se inmersa y es expulsado también desde ese mundo  pánico hasta el pánico del que lo ve fuera de sí. En este caso el que escribe. En ese magma “nacen/amane/seres / carentes/ (de karma mater)/despiertan con deseos nadan / (hacia la muerte)“
De golpe entre los hervores de esa combustión saltan, nítidas, fracciones de la irrealidad con clarísima poesía. Dice:” en bajante el río atrapa / ausencias // (no hay vestigios//  de que el puente vuelva/ a su lugar / de origen “. O se resuelve en un poema entero como el que, nos señala Terrab, da nombre al libro  Sonomama.
Asimetrías y un oculto y exasperado diagrama membranan estos poemas  donde palpitan las cerraduras de antiguas culturas. Si bien la recurrencia a ellas les reconoce el paradigma y la ley que instauran, la visión del escritor, advierte otras químicas: “no existe /el amor /solo/eva no/nada/ni adán/ vuela/aman mientras/ el karma / nada en vertical”.
Hasta que de pronto con una visión inédita, entre la inundación del lenguaje emerge el poema despojado, último, extrañado de su propia entidad, como una flor fuera de la naturaleza: “Un sombrero sobresale /bajo tierra / adivino la poesía / que no  conozco // entre todos/ se parecen se tocan/ se miran bajo tierra le ganan / al tiempo // un fósforo se enciende /bajo el agua”.
En los últimos poemas del libro toda aquella energía de percepciones, sus planos reales y metafísicos,  todas aquellas señales comienzan a tomar cuerpo e identidad, encuentran su persona en trabajos más claros y despojados, lo que hace pensar que por ahí irá el camino de quien apostó a un riesgo legítimo, en este poemario, sabiendo que la carga que lleva es la de un poeta verdadero.
Leopoldo Castilla


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