SONOMAMA de Néstor ChebTerrab
La poesía de Néstor ChebTerrab en este su
primer libro se expande en un aluvión tanto verbal, como de imágenes, claves e
intuiciones. Es como destapar y expulsar una caja de llaves cada una en busca
de su puerta, cada una en busca de una salida o de un camino ciego.
En ese torrente el poeta “Parado en la
espalda del universo” dice: “hacia una puerta gen/ arrojo piedras/ tóxicas“.
Esa puerta es como la superficie de un lago vacía: la pregunta o la incisión
del que escribe le crea su materia primordial, su caos, en el que el lenguaje
se inmersa y es expulsado también desde ese mundo pánico hasta el pánico del que lo ve fuera de
sí. En este caso el que escribe. En ese magma “nacen/amane/seres / carentes/
(de karma mater)/despiertan con deseos nadan / (hacia la muerte)“
De golpe entre los hervores de esa combustión
saltan, nítidas, fracciones de la irrealidad con clarísima poesía. Dice:” en
bajante el río atrapa / ausencias // (no hay vestigios// de que el puente vuelva/ a su lugar / de
origen “. O se resuelve en un poema entero como el que, nos señala Terrab, da
nombre al libro Sonomama.
Asimetrías y un oculto y exasperado diagrama
membranan estos poemas donde palpitan las
cerraduras de antiguas culturas. Si bien la recurrencia a ellas les reconoce el
paradigma y la ley que instauran, la visión del escritor, advierte otras
químicas: “no existe /el amor /solo/eva no/nada/ni adán/ vuela/aman mientras/
el karma / nada en vertical”.
Hasta que de pronto con una visión inédita,
entre la inundación del lenguaje emerge el poema despojado, último, extrañado
de su propia entidad, como una flor fuera de la naturaleza: “Un sombrero
sobresale /bajo tierra / adivino la poesía / que no conozco // entre todos/ se parecen se tocan/
se miran bajo tierra le ganan / al tiempo // un fósforo se enciende /bajo el
agua”.
En los últimos poemas del libro toda aquella
energía de percepciones, sus planos reales y metafísicos, todas aquellas señales comienzan a tomar
cuerpo e identidad, encuentran su persona en trabajos más claros y despojados,
lo que hace pensar que por ahí irá el camino de quien apostó a un riesgo
legítimo, en este poemario, sabiendo que la carga que lleva es la de un poeta
verdadero.
Leopoldo Castilla
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