viernes, 24 de abril de 2015

Materna este sábado en Clásica y Moderna

Este sábado a las 18, Materna, de Ignacio Uranga​ en Clásica y Moderna​.
Palabras de Elsa Drucaroff​ y Alejandro Horowicz​. 
Además, la lecturas de dos poetas que nos visitan: Guido Arroyo (Chile) y Fernando Reverter (Perú). 



miércoles, 22 de abril de 2015

fuegos sobre el lago - Ignacio Uranga/Materna

fuegos sobre el lago: vimos fuegos, los fuegos
vistos: bello lo avistado y flores, tan grandes flores
acaso flores el fulgor en su cielar lo alto que ensucia
el alto cielo oscuro de astros a lo lejos avenidos y
tras estallos cielan ensuciando de mercado espiritual
sin paz que abaje ni alguna hossana de pasible escucha
por quien implora con gemidos ya sin voz ante la vida
a punto del apague un bálsamo a paliar la queda, alma
singular ya en queda, triste el alma singular en queda:
amada alma a punto del apague ahora en queda, pues
cielada de fulgores con estallos que ensordecen cada
hossana sin piedad de quien cansado escribe a qué
la amada vida ante un apague, el apague: lo amado
tanto marchítase lo amado, el amor amado sueña
ahora sueños inyectados, ficticios sueños inducidos:
hay suave una brisa, es frío el tiempo en los sueños
de quien va infrecuente en camino por la bella, dulce
Avenue du Mont Blanc y ya no fuegos vistos sobre
un lago lo que avista: nieve a lo lejos, tal la falsa
mercantil de hora cero en esta nochebuena otra vez:
gris oscuro cubre de Abbey Road al cielo, contrario
a la blancura absorta, llorosa y lenta que amenaza:
aplácase en intentos de hossana con un sistro egipcio
grandes flores paliativas, bálsamo ante las deudas de
quien cansado gime ya sin voz con afasia animal, sí
de duelo ahogado por pasos de una pena en que avista
la pena en que ha de verse el blancoazul en procesión
hacia el alto azul de julio en que pálido desbanda lejos
un low-cost indiferente, visto absorto en la procesión
de lo amado que marchítase en julio, tal cual el sol
que nace o muere al aire sucio sin piedad de julio
en proceso pleno bajo lluvia que embarra y ciela
lo natural colaborando al precipitar intenso: será
no tranquilo un día olvidable sino el fin de un so-
ñar: el sueño roto en julio sobre el crepitar atroz
que alto ciela en triste gris, tan tristemente en gris
tal cual golpea, cuando golpea, la vida como bala

Ignacio Uranga, Materna


martes, 21 de abril de 2015

Materna, de Ignacio Uranga - 22/4 CCC



quien dijo atravesar, quien pudo, quien dijo haber logrado
atravesarla, densa, una nieve, la nieve densa, endurecida
urdiendo ingenuo un camino de regreso, el camino de re-
greso, al cabo del desastre, acaso en la espera al fin, hacia
el fin de un camino en regreso, un encuentro, el encuentro
propiamente iluso, tras la nevada de un cielo ya caído, un
pretérito cielo ya caído, el cielo, y urde sin embargo a su
pesar un camino de regreso, el camino de regreso en que
la espera, al cabo del desastre, es apenas una puerta, la
puerta abierta, la puerta en que ábrese un desastre otro
tal cual quien llega a casa, bajo un crepúsculo azulado
ennegrecido de un cielo negro sobre julio, en que cae
ya nieve atroz sobre la frente lila claroscuro, tibia aún
tras un besar verificado en lágrimas profusas, la frente
hundida en sueños, en su tibieza a punto del apague:
resplandecía aún clara en gestos tu palabra, la palabra:
nos fuimos lento al cabo del desastre, en el irreflexivo
circadiano ritmo de los sueños, tal un urbano suceder
el indetenible suceder de un ritmo, el ritmo que no cesa
ni al cabo de un desastre, el desastre de un feroz apague
el feroz apague de lo amado: así el gesto de un hombre
gesto del hombre ya perdido en gemidos, tal un murmullo
de un agónico animal sin habla, murmullo del agónico, sin
habla, rostro asesinado por la vida misma cuando rompe:
rómpese un rostro ante la vida, tal un soldado urdiendo
ráfagas feroces de ametralla, tal cual estallos en la noche
la noche absurda de hora cero sin cordero, paz ni hossana
pasible alguna de oírse, pues alto cielan de fulgores varios
bajo un velo de piedad, tal cual la nieve no abajada nunca
triste el velo de piedad tal cual la nieve en una frente ya sin
sueño, la frente hundida ahora en doble sueño incontrastable:
nos esfumamos de esta tierra, sí, en soñados paraísos alojados:
habrá de amarse de acuerdo a lo jurado acaso hasta una nieve
intempestiva en la frente ya sin sueños: habrá, pues, resignación
la resignación del que resígnase al abrazo, abrazo maternal ahora
hundido en el profundo polvo de la tierra, en el sombrío anexo de
la tierra, aun tras sólidas plegarias, hosannas nunca oídas: avístase
pues el retal intacto a pesar de todo, en el ocaso níveo y azulado
exacto dolorosamente como un zafiro oscuro, tal cual Ophélia
blanca, flota sobre un río negro, el río negro incontrastable, ya
cubierta en juncos, en ramas invernales, pasa fantasmal como un
fantasma bajo lluvia, tal cual un lirio arrasado en la corriente negra:
al cabo del desastre un regreso helado esperaba y tortuoso: la vida
de una frente hundida en sueños, la tan amada frente en sueños, ya
en tierra, contraria a Ophélia, la vida maternal hundida para siempre


Ignacio Uranga, Materna.

miércoles, 8 de abril de 2015

no tendrá lugar mañana, no: sino meses - Ignacio Uranga




no tendrá lugar mañana, no: sino meses
tres atrás: de pie y en mi deseo, entonces
habrá de erigirse: acaso lucero sin metáfora
otra vez en el real: estarás aún, desarrollarasme
acá, sí, como conciencia ante un acaso vos, no ya
Materna, forjado de retales y duelos en presente:
lo sabemos: esto / este: plenipotenciaria síntesis
tras el apagón incontrastable: espacio de la letra
donde hoy pasa mi conciencia ágrafa de lo suce-
sivo: te levantarás -en futuro- ayer: ni tos convulsa
ni doble noche y oscuros ojos: en rigor de verdad

sucederá pues que nada mañana se hubo apagado  


Ignacio Uranga, Materna.
Viajera, 2014.




Alex Matzke