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sábado, 26 de abril de 2014

Viajera en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires


Viajera Editorial llega a la Feria Internacional del Libro 2014

Con las lecturas de 
Lorena García
Eugenia Coiro
Karina Macció
Cecilia Maugeri
Virginia Janza
Martín Jiménez Guerra
Mauricio Dreiling
Ricardo Czikk
Andrea Larrieu
Eduardo Camisassa
María Florencia Giménez de Castro
Nicolás Di Candia
Gabriela Tavolara

Viernes 2 de mayo a las 17.
Stand Zona Futuro, pabellón Amarillo. Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, La Rural. Ingresos: Avda. Cerviño 4474, Avda. Santa Fe 4201
 y Avda. Sarmiento 2704. 

sábado, 1 de marzo de 2014

Fragmentos del subconsciente - Martín Jiménez Guerra


Me enrosco con vos y doy dos vueltas a mi cabeza. La aprieto con las miserias. La ahorco con los errores. La alejo de mí para poder abrazarme a algún recuerdo que amalgame un poco el dolor. Y nada importa si no existe la felicidad. Nada importa si hoy me muero un poquito más. Nadie está imposibilitado de amar. Nadie lo está, pero que poco amamos cuando sólo late el cerebro. El amor sucede, claroestá, pero qué torpes los pies de ese amor cuando nunca supimos besarnos sin la boca. Me desenrosco de vos, y el efecto lateral de extrañarte me toca el hombro con los largos dedos de la ausencia.

Extraído de Fragmentos del subconsciente.

Martín Jiménez Guerra, Hormigas en las venas.
Viajera, 2013. 

Robert Doisneau

viernes, 31 de enero de 2014

Entrevista a Martín Jiménez Guerra en FM Signos


El autor de Hormigas en las venas fue invitado al programa La campana de los trabajadores de FM Signos. Allí fue entrevistado por Ana Belén Marello y Jorge Pérez, conductores de este programa que se emite todos los jueves a las 18.

Aquí el enlace al audio del programa y la entrevista:



Entrevistamos al poeta Martín Jiménez Guerra, autor de “Hormigas en las venas”, publicado en 2013 por Viajera ediciones. El libro consta de dos partes, ‘Lo que queda de mí’ donde se reúnen sus poesías en verso, y ‘Fragmentos del subconsciente’, con su prosa poética. Influenciado por la obra de Juan Gelman, Roberto Juarróz, César Vallejos e Idea Vilariño, entre otros, Martín Jiménez Guerra escribe sobre el amor, el desamor, el miedo, la muerte, el olvido, la memoria. Dialogamos con el Secretario Gremial de la Unión de Trabajadores de la Educación, Rubén Berdier, sobre la falta de vacantes para el acceso a la escuela pública para cerca de 17 mil niños y niñas en la Ciudad de Buenos Aires. Asimismo, sobre la problemática de las “aulas containers” que el gobierno de la Ciudad planea instalar y cuyas especificaciones técnicas se contradicen con las normas vigentes en el Código de Edificación Porteño. Música del cantautor estadounidense Pete Seeger, fallecido el lunes 27 en Nueva York. Figura clave del folk y del compromiso cívico en Estados Unidos, se interesó por las causas sociales en América Latina. Fue invitado a la Argentina por León Gieco, con quien se conocieron en el ‘Festival de la Nueva Canción’ en Quito en 1984, y se presentaron a dúo en el Teatro Ópera en 1989. La Campana de los Trabajadores lo hacen Jorge Pérez y Ana Belén Marrello. Operación Técnica: Lorena Ludueña. Jueves de 18 a 19 por FM Signos 92.5, Munro. www.fmsignos.com.ar, para escucharnos online.

viernes, 3 de enero de 2014

Mamihlapinatapai, Martín Jiménez Guerra


MAMIHLAPINATAPAI



Una mirada se relame
presa
de todo propósito primitivo.
Aprieta las muelas
rumiante de la lujuria
y tiembla.
Muestra los dientes del deseo
muerde la esperanza de persuadir
y se lanza.
Otra mirada
se relame.
El brillo de esos ojos abriga la soledad a dúo.
Cierran las miradas
se abre todo.




Martín Jiménez Guerra
Hormigas en las venas, 2013, Viajera.



martes, 8 de octubre de 2013

Veintitrés vueltas desesperadas y un poema devastador



Veintitrés vueltas desesperadas
y un poema devastador


Voy a limpiarme de mí
sacarme la muerte de los labios.
Vomitaré metáforas crueles
desde el fondo de mi ferocidad.
Me sostendré de la memoria maquillada
y dispararé el puto pasado
sobre este muerto papel en blanco.
Voy a lavarme los miedos
con los dedos sucios de inconsciencia.
Acomodaré el vacío a la izquierda
como si yo fuera un holograma de mí
y vos, una repetición de ella.
Voy a lamer la suela de mis poemas
para ver si todavía andás por ahí.
Voy a llenarte de hormigas las venas
abrazar tu angustia
y lanzarnos al otro lado de vos.
Voy a morder el tumor de la no vida
y escupirlo en el rostro de tu Dios de cotillón.
Voy a escribir un poema.


Martín Jiménez Guerra, Hormigas en las venas.
Viajera Editorial, 2013.




Mateo Varsi



martes, 1 de octubre de 2013

Anticipo de "Hormigas en las venas" de Martín Jiménez Guerra



No puedo recordar tus ojos


No puedo recordar tus ojos
sin la ferocidad de mi alma
mordiendo todo.
La voracidad del tiempo
arremete sobre la inapetencia de la realidad
manchando todo
y no puedo recordar tus ojos
sin caer al vacío sin esperanza.
Infinito. Más infinito que acá
llenando todo
con vasta sobra de vidas
recolectadas
con la experiencia que no dan los años
sino los derrumbes.
No puedo recordar tus ojos
sin escupir lo bello
que clava sus espinas en la mente
cargando todo de nostalgia
sin sabor
sin apetito
sin el recuerdo de esos ojos
colmando todo.




Martín Jiménez Guerra, Hormigas en las venas.
Próximo título de Viajera Editorial.



Matteo Varsi



lunes, 16 de septiembre de 2013

"Hormigas en las venas", de Martín Jiménez Guerra - Próximo título de Viajera





Un cielo púrpura y rosa cubre la sábana de Dios mientras
el sol naranja rabioso se suicida en el oeste.
Llueven pedacitos de muerte por todos lados.
Desde lo alto de mi piedra un gato negro clava su mirada
rubia sobre el pozo en donde alguna vez vivieron mis
grises y dilatados ojos. Con filosofía y altivez parece
inspeccionar cada recoveco de mí atrapado Abajo, donde
nada vive sin morir primero.
El hueco en mi boca espera aquel grito sordo que
espante a la bestia como el rayo aguarda al trueno con
paciencia de hormiga.
Será en vano; esa voz hace tiempo que no llega.
Acurruco el coraje y manoseo la idea de cerrar la vida. Tan
sólo un parpadeo
para despegarme de los huesos que me aprisionan bajo
tierra y volver al agua, allá Arriba.
Tan sólo un parpadeo para regresar a la no vida.
Para volver a ser pez.





"Hormigas en las venas", Martín Jiménez Guerra.



Matteo Varsi

domingo, 8 de septiembre de 2013

"Hormigas en las venas" de Martín Jiménez Guerra - Próximo título de Viajera


Al filo de la memoria



Me fui tras aquel quizás
donde se esconde la mirada
que nunca te escribieron.

Detrás de aquel quizás
donde acurruca la esperanza.
Vos detrás de vos y yo
cansado de sentarme sobre el viento
que se llevó aquello que no me diste.

Atosigado de imágenes
que derrumban los días que no pasaron
los sueños que inventaste y un par de latidos miniaturas
que colmaron todo el después.

Después de haberte ido detrás de aquel quizás
que nunca debí presentarte.
Después del golpe en el estómago del corazón.
Después de vos.

Después de vos agaché el ego, me mantuve
al filo de la memoria
me limpié los ojos de la vida
y salí a navegar tras aquel quizás
que nunca debimos morder.


"Hormigas en las venas", Martín Jiménez Guerra.



Matteo Varsi

domingo, 1 de septiembre de 2013

"Hormigas en las venas", de Martín Jiménez Guerra - Adelanto



Hombre gris



El viento callado de la nostalgia
viene a meterse por la oreja del hombre gris
como gusanos en la manzana roja de la melancolía.

El ruido de aquel signo de interrogación
que se estrella en su frente arrugada
descomprime los gritos de las lágrimas
y llena de silencio la pequeña jaula
en donde quedaron atrapados
los labios del pasado y el eco del adiós.

Un fuerte humo rompe los tímpanos
y todo es ceniza verde
fuego vencido, lluvia seca.



"Hormigas en las venas", Martín Jiménez Guerra.






Matteo Varsi




lunes, 6 de mayo de 2013

Martín Jiménez Guerra en El Quetzal


Artista: Ashley Hold


Esquirlas de un recuerdo

Y tu sangre amarilla viene
a derramarse
justo en la boca de esa mosca
que siempre nos jode la misma neurona.
Qué oportuna.
Ahora veremos caer toneladas
de nubes.
Las encerrarán en jaulas.
Ya no podrán volar libres,
pero vos seguí nomás.
Total la mosca sigue ahí,
y a tu soberbia de mocasín
no parece importarle que me duela
la luna en esta noche llena de estrellas
a las que nunca
se me ocurrió escupirles un deseo.



Evocación


No te quedes
con la resaca del recuerdo
ni la costumbre de escupir el cielo del pasado.
No te pierdas
en la espesura del frío
ni en el corazón de la noche.

No te busques
en la mirada del tiempo
ni en la piel de la soledad.

No me toques en tu memoria
con los largos dedos de la mentira
ni enciendas un fuego del repaso
con la amargura del vacío.

No mates las huellas
con tu antitético presente
y no te escapes de vos.

Te extrañás y se nota.




La embestida

Impoluta
la hoja espera alerta a que el poema la corrompa,
de vida la salpique
y la vacíe del blanco silencio de sus renglones vírgenes.
Aguarda paciente la embestida
como la boca desea el beso
o la herida el olvido.

Quieta
sabe que ese cielo de letras va a llegar
después de que la ausencia se seque
en la mejilla de Gelman[1], el ingenio
pite dos veces de un sueño de Rimbaud[2] o el whisky
queme en la garganta de Bukowski[3].

Ella sabe
y desnuda pretende el abrigo de tinta
como el alma anhela la piel
la soledad a vos 
o aquel viejo un recuerdo de un recuerdo.


La hoja se deja llenar de poesía,
el poema se hace ajeno de lo ajeno  
y yo
me desprendo de mí para caer sobre esa ciega
sábana pálida, anónima, impoluta. 




Tres largos segundos


¿Cuán puta puede ser la vida?,

grita en silencio la oscuridad.
Los labios quietos
parecen piedras de un puente
que nunca se termina de construir.
Por la pequeña rendija de la boca,
el susurro del viento se cuela,
se mete entre los huesos
y taladra el tímpano del corazón.

Frío, siente frío
al desnudarse en letras
y no sentir el abrigo de la poesía
ni el calor de la mirada.

La angustia se acurruca,
se envuelve las rodillas con sus manos,
lentamente se hamaca
y, para que todo desaparezca,
cierra los ojos tres largos segundos…

Uno.

Dos.

Tres.


Los párpados se despegan
y el mundo sigue allí.

¿Cuán puta puede ser la muerte?



* En momentos como éste, mejor romperse del todo. No quedar a medias tintas. En medio del camino. En la mitad del verso, sino carece de sentido la oración. Escribir, tomar, destruirse. Quedar atascado deviene indefectiblemente en la amargura. O romperse todo o no romperse nada, más algo de todo esto no tenga sentido y quizás mañana la sobriedad no me permita siquiera pensar en ello, en nada. En nada. 

*Escapar hacia uno mismo. Desvanecerse ante el balcón de tu mirada. De mi mirada. De las miradas que me hacen. Que me son. Que nos son. Que no son. Abstraerse adentro tuyomío. Sostenerme en tu boca. Lanzarme en vos a mí. Comerte entera para no extrañarte. Para no cavarte en lo hondo del raciocinio. Para no clavarte en la pared de la incertidumbre. Para no estancarme. No vaciarme. No desarmarme cada segundo en que como dos extraños, la vida continua. 

*A veces uno se embarulla en la imaginación y llega a sentir que es real algo imposible. Que es posible algo irreal. Seamosrealistassoñemosloimposible, me dijo. Quise saber. No supe cómo. Quise llegar. No supe cómo. Siempre es largo el salto para las piernas cortas de mi esperanza. No alcanzo la altura de tus sueños. Me pierdo en mi entelequia y miro fijo esa puta mosca que viene a zumbarme al oído. La conciencia, la llaman algunos. Yo le diré mujer.

*Hay giros que nos hacen perder el rumbo. Nos abandona el raciocinio. El sosiego nos suelta la mano y el miedo nos sostiene los pies. Lo inexplicable se estrella en nuestra frente y quiebra todos los sentidos. Y te sentís pequeño. Muy pequeño. Indefenso. Desprotegido. Se desvanece la seguridad, se escurre la confianza. Lo insondable te muerde el pensamiento, y no te deja ver más allá de vos.

Y así vas por la vida, con el corazón emparchado, atado con los pocos hilitos que le quedan a la esperanza, con la mirada medio perdida entre la realidad y los recuerdos. 
Y así estamos, los unos y los otros, con nuestras derrotas a flor de piel, exhibiendo nuestra mejor sonrisa, ocultando los derrumbes, sorteando los embates de la vida.
Nadie te enseña qué hacer cuando el destino se presenta inoportuno. Sólo resta improvisar.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Viajera en Orsai!

¡No se pierdan las lecturas de Viajera en Orsai Bar! 
¡Muchas gracias a Gabriela Tavolara por la cobertura audiovisual!

 

Martín Jiménez Guerra en Orsai



Escribir poesía en un mundo que no lee,
es estar en Orsai.
Es la osadía y la odisea
de vestir la mirada de poeta
y desnudar con impertinencia la vida de los otros.
Y si hace frío,
la de uno mismo.
Escribir es estar fuera de lugar con lo habitual.
Es levantarle la falda a la vida. Manosearle el corazón a la muerte.

Estar en Orsai es haberse quedado solo.
Sin nadie alrededor
en una situación inválida,
ante la posibilidad de.

Escribir es estar solo,
en un estado de ebullición,
ante la situación válida de encarar al papel,
tomarlo por la cintura,
y susurrarle al oído dos o tres metáforas sucias.

Los poetas
besamos sin los labios,
tocamos sin las manos,
vomitamos lo que escribimos,
escribimos como vivimos,
vivimos como podemos: en Orsai.

martes, 6 de noviembre de 2012

Viajera Visita Orsai Bar


¡No se lo pierdan!

Los esperamos el miércoles 14 de Noviembre a las 20 h
en Orsai Bar (Humberto Primo 471)



¡Participá de nuestra colección de textos viajeros!
¿Alguna vez te sentiste en orsai?

¡Leemos las mejores anécdotas en vivo!

viernes, 2 de noviembre de 2012

Martín Jiménez Guerra en Viajera Visita


Martín Jiménez Guerra (1983) disfrutó la azarosa fortuna de escribir libros de poesía y ser reconocido en distintos concursos de cuestionable importancia. Es librero. Averigua eso de ser poeta. Se refugia en la lectura. Se desarma en la escritura. Y respira. Aún respira.
Durante cuatro años publicó sus poemas en Mundopoesía, siendo galardonado en varias ocasiones en el rubro poesía y cuento. Finalizó su estadía siendo administrador de la página.  
Concurrió a los talleres de los poetas Fabián San Miguel y Javier Adúriz en La casa de la poesía. Formó parte del blog
Mispoetascontemporaneos, administrado por el poeta Gustavo Tisocco y participó del evento realizado en el Salón Dorado de la Casa de la Cultura, junto a destacados poetas de todo el país.

Fue publicado en tres ocasiones en la página de la Televisión Pública.
Fue entrevistado por el poeta colombiano Rodolfo García para el blog
Estaciónpoetas y por el español Juan José Plaza Angulo para la revista Lugar de Encuentro. Sus poemas fueron publicados en diferentes revistas de Latinoamerica y España.
Sus poemas fueron traducidos al inglés, catalán y portugués.
Poesiacontrapoesia es su segundo libro.
 
Algunos poemas para compartir:
 
Arrugas de la ausencia

Gira la cuchara en la taza,
el café despierta mi olfato
y sobre la mesa el tedio me mira fijo.
En el baño un espejo delata el tiempo,
se ríe y luego llora.

Afuera el asfalto me muerde los tobillos.
Camino por la plaza de las huellas
en donde nos conocimos,
en las pequeñeces me siento
y me pierdo en la entelequia.
Cuando vuelvo,
el sol bosteza y la mirada se aguza
en una, dos, tres, cuatro palomas
que me observan y no entienden,
o por lo menos eso parece.
Un perfume vuela y me lleva hasta vos,
¿qué estarás haciendo ahora?
Hasta quizás estás pensando en mí.

La risa de una nena me desvela.
La busco y no la encuentro;
la miopía y mi cordura me vencen otra vez.
Suenan campanas,
son las siete, hay que ir a la nostalgia
y, cuidadoso, traer algún que otro recuerdo.
No tienen fecha de vencimiento,
pero la otra vez me sostuve de uno que me hizo bastante mal.

A veces es mejor no pensar,
me dice una hoja que cae del árbol,
da dos vueltas carnero
y se acuesta en mi mano.
La desnudo y fragmento sus alas
en uno, dos, tres, cuatro pedazos.
Las hormigas la suben a su lomo
y yo,
trepo mi vista a esa perfección,
que abrupta, una suela rompe
con la torpeza que sólo puede tener un hombre apurado.

El sol se aburre, una vez más
y cierra los párpados el día.
Vuelvo a casa.
La oscuridad entra por la ventana
y viaja en puntas de pie.
A veces me da miedo
y prendo todas las luces.
Ahí es que respiro…
Es irónico, nunca entendí la razón.
Hay preguntas que no tienen porqués,
grita la vida
y su injusta manera de jugar se me mete por los huesos.

Voy a nuestra habitación,
enciendo el velador y mis ojos,
la angustia espera alerta,
te miro en sepia,
le seco la mejilla a la foto
y te extraño;
hace uno, dos, tres, cuatro años
que duermo solo.


Había poesía en su mirada

Idea, no podrás ayudarme esta noche.
Ya no.
En el revés de su ida
veo al mundo derrumbarse sobre el jardín de Safo.
Ya no hay caricias en su voz
ni en sus ojos guarida.
No hay rincones que me sostengan
en este vacío que me entierra su adiós.
No hay resquicios en donde se filtre
la esperanza que consuele.

Había poesía en su mirada
y ahora habitan atragantadas palabras sin decir
revueltas en la garganta del verso.

Había poesía en su mirada
y sólo queda adherida
a la suela de los recuerdos
las esquirlas de un amor que nunca fue pisado.


Lo que queda de mí

El efecto lateral de extrañarte
se acurruca entre el vacío a mi izquierda
y lo que queda de mí del otro lado.

En cada luna me analiza con su mirada
verde, brillante, insidiosa
y cree derrumbar aquel muro de nubes
que creció como una caricia huérfana de manos.  

A veces siento el viento de tu voz
dándole oxígeno a mis sueños.

Otras tantas abrazo tu ausencia
como aquella hoja que se aferra a la vida
para luego suicidarse en Otoño.

Es imposible esquivar los recuerdos,
matar al olvido
y enterrarte de mi memoria.

Es absurdo querer hacerlo.


Veintitrés vueltas desesperadas y un poema devastador   

Voy a limpiarme de mí
sacarme la muerte de los labios.
Vomitaré metáforas crueles   
desde el fondo de mi ferocidad.
Me sostendré de la memoria maquillada
y despediré la puta hipoteca
sobre este muerto papel en blanco.
Voy a lavarme los miedos
con los sucios dedos de la inconciencia.
Acomodaré el vacío a la izquierda
como si yo fuera un holograma de mí
y vos, una repetición de ella.
Voy a lamer la suela de mis poemas
para ver si todavía andás por ahí.
Voy a llenarte de hormigas las venas,
abrazar tu angustia
y lanzarnos al otro lado de vos.
Voy a morder el tumor de la no vida
y escupirlo en el rostro de aquel Dios de cotillón.
Voy a escribir un poema.

Algunos fragmentos:

*El tiempo amortigua los recuerdos. Esa puta carga superflua se vuelve irrisoria con el paso de los años. Como dolía aquello que hoy, desde esta orilla de mi boca, provoca exultación. Media sonrisa. Pienso. No todo lo que muere lo hace conmigo adentro.

*Con el paso de los años, después de haber vivido varias vidas y unos cuantos pequeños derrumbes, uno va perdiendo la esperanza, la confianza, la creencia y la realidad del amor.
Uno se vuelve agnóstico del amor. Deja de creer en las miradas. Busca distracciones que lo alejan de uno. Cree que el amor le es ajeno, que está diseñado para otros. Se vuelve un ser vacío, insulso, incapacitado de amar. Empieza a sentir que el amor es una mera construcción del ser humano. Que el rosa es sólo un color de tantos, que la vida tiene varios matices y que uno deambula de color en color sosteniéndose largo tiempo en el gris y así terminamos por perdernos de nosotros mismos. Uno cae en la pesadez de la rutina autoimpuesta. Se embarulla en pensamientos vanos. Se vuelve inapetente de deseos, reacio de afecto. Deja dormir a su soledad en distintas camas. Busca bálsamo en labios equivocados. Se aprisiona en su propio cuerpo y se ahoga en su veneno. Hasta qué -existen los hasta qué, créanme-, simplemente, sin previo aviso ni anuncios rimbombantes, sin redoblantes ni fuegos artificiales; el amor sucede, y te toca la inconsciencia con vasto descaro y un dejo de sorna.

*Debe haber un momento en la vida en que la farsa en la cuál nos envolvemos día a día, simplemente, pasa a segundo plano, y empezamos a vivir como realmente queremos. Nos dejamos de mentir. De auto-convencernos. De imponernos una realidad y sostenernos de ella. De echar culpas ajenas. De distraernos con la no vida. Debería haber un momento en que la teoría quede rezagada ante la acción. En dónde ese deseo incumplido que ni siquiera conocemos, suceda.

*La semana pasada me sentí Baumgartner, lanzándome de mí hacia vos. No tuve éxito. Llovieron pedacitos de mí por todo el cielo. Tal vez nuestra distancia era mayor.