Una editorial que promueve viajar sin moverse de casa, sólo leyendo
Creada en 2008, es impulsada por tres jóvenes narradoras, egresadas de Letras (UBA), que acompañan
el proceso de publicación de las obras realizadas por sus alumnos en los talleres literarios que dictan.
La editorial Viajera nació en el año 2008 “casi como una necesidad”,
como dirá su directora, Karina Macció. Antes, en 2005, junto a otras dos
colegas, había comenzado a dictar talleres literarios: las obras que
terminaron componiendo sus alumnos pasaron a integrar una de las tres
colecciones del catálogo. En cuatro años ya se editaron una veintena de
libros. Está la colección Descubrir, compuesta por las obras de nuevos
autores, mayormente los que participaron o participan de los talleres,
Explorar, obra de escritores contemporáneos, y Bífida, dedicada a textos
bilingües o “doble lengua/lengua doble”.
Las jerarquías están claras: Karina Macció está a cargo, entonces,
de la dirección editorial, y Virginia Janza y Cecilia Maugeri integran
el consejo editorial. Las tres estudiaron Letras en la Universidad de
Buenos Aires y tienen un puñado de volúmenes publicados por ellas
mismas. En el espacio que hace de taller, en el barrio del Abasto,
Tiempo Argentino dialogó con ellas. “La diferencia en la que insistimos
–dirá Macció– con esta editorial radica en el trabajo con el autor,
desde sus comienzos hasta su primera publicación. Queremos acompañar la
experiencia desde el momento en que alguien dice ‘bueno, esto que
escribí quiero publicarlo’ y decide mostrarlo. Ese momento resulta
muchas veces traumático, cuando se trata de editoriales tradicionales.
Pero además de acompañar ese proceso, queremos que el autor forme parte
de un movimiento, que no se quede en un punto muerto tras la publicación
de su libro, sino que con la existencia del libro asuma la
responsabilidad de que tiene que ser necesario, de que tiene que tener
un público.”
–La editorial surge de los talleres…
K.M: –De los talleres que comenzamos a dar bajo el nombre “Siempre
de viaje: literatura en progreso”, allá por 2005. El resultado de esos
talleres, la experiencia y la progresión poética a la que arribaron
quienes participaron en ellos, fue el motor para la creación de la
editorial. Publica las obras de lo mejor que termina sucediendo en los
talleres.
–Editan novelas, cuentos, textos que rehúyen a los géneros, pero
sobre todo poesía: ¿Se lee poesía hoy en Buenos Aires? ¿Hay un público
para eso?
K. M.: –La poesía está viva, no tenés idea de la cantidad de
eventos que existen en la Argentina donde se lee poesía, el tema es que
no tiene tanta visibilidad. Pensá además en los muchos encuentros en que
se mixturan las artes plásticas y la poesía, y así con tantas otras
variantes.
C. M.: –Si existe una falta de interés hacia la poesía en algunos
ambientes, pasa, según mi experiencia, porque circula una idea del
género asociada a la rigurosidad, pero que no necesariamente debe ser
así. En ese sentido, el mercado promovió una imagen de lo que se
entiende por poesía, y que se liga a un género ajeno a la libertad y a
la improvisación…
K.M.: –De todos modos, las colecciones de la editorial tienen que
ver no con criterios estereotípicos, tradicionalmente taxonómicos, sino a
partir de los perfiles de los autores. Hacemos una editorial “poética”
en el sentido amplio del término: ¿Y cómo no es poética una novela, o un
cuento, o lo que provenga de una reflexión escrita?
–¿Por qué el nombre Viajera para una editorial?
V. J.: –¿Sabés cómo surgió el nombre? De una frase de Girondo: “La
silla es transatlántico”, la literatura, entonces, como motivo del
viaje, la literatura como viaje.