martes, 14 de julio de 2015

Viajera en el Festival de Poesía de Medellín

Desde Medellín (por Gabriela Aristegui)

Hace 25 años, Colombia y especialmente Medellin, eran lugares donde imperaba la violencia. Narcotráfico y Guerrilla hacían de esta región, una zona de muerte. 
Esta gente tuvo una idea maravillosa y fue esta: a través de la poesía hacer una revolución de amor y de paz, esa fue su herramienta/consigna : La Poesía por la Paz de Colombia. 
Y así se vive por estos días el festival numero 25: Adultos, Niños, Jóvenes de todas las clases sociales asisten en masa a este evento. 
Los poetas, aquí son tratados como Rock Star, y todos están/ estamos felices, creyendo, que la palabra nos lleva a un mejor lugar como humanos, y quizás, (pienso), sea cierto y quizás, (pienso), sea de este modo, yo apuesto!
Estoy aprendiendo mucho por estos días, principalmente que, ante lo violento, las ingratitudes, los odios escondidos, las mezquindades y los destratos, empiezo a elegir lo poético y el amor como respuesta, y como herramienta humana, y eso me sienta hermosamente bien, lo demás ya no importa. Soltar...







martes, 7 de julio de 2015

un sueño * Gabriela Oyola

Un sueño, el lugar más esperado para decir todo, para rescatarte sin que tenga que hacer tanta fuerza, para sentirme desnuda, al fin, sin tanto frío. Una canción desarmada, con una música distinta que va a destiempo y en los silencios se filtra el ladrido de un perro que ya no tengo más.

Voy a escribirte todo lo que siento. No tengo más tinta, pero no te vayas, voy a abrazarte cuando te alcance. Es que corrés muy rápido, mis piernas no te pueden seguir. Están pesadas.

No importa, acabo de encontrar un lugar que me resulta conocido, es la casa de Mecha, toman mate, se ríen. Quiero volver. Hacia atrás. 

Algo me distrae. Hay un libro. 

No recuerdo más.


Gabriela Oyola, 2015



Pablo Müllner

Pablo Müllner nació en 1978, bajo un apellido de raíz alemana, por el lado paterno. En el ala materna de su familia, se cree, la raíz es criolla, aborigen. De esa mezcla rara, surge una personalidad no menos exótica.
Estudió abogacía, creyendo que el derecho era un lugar lleno de aventuras parecidas a los policiales de Poe o Conan-Doyle. Al calor de estas esperanzas es que se desanimó un poco, pero no abandonó la carrera. En cambio, para amenizar el aburrimiento leyó y leyó… En la facultad incluso conoció autores como Goethe, Foucault y Kafka. Kafka fue quien mayor impresión dejó en su carácter vivaz y curioso, angustiándolo de a ratos. Pero también fue el mismo Franz –con el que comparte una ascendencia checa– quien despertó un hormigueo de insectos no identificados en sus manos. Llegó un día cuando esa comezón pareció gritarle: “¡Escribí!”.
Se sintió bastante insatisfecho con los primeros escritos, pero no estaba dispuesto a quitar los dedos del teclado. Así descubrió, en una alta torre del Abasto, a una joven poeta rubia que por entonces empezaba a formar un pequeño grupo de escritores inéditos. Fue muchos años atrás y para no dar fechas, ni delatar edades, digamos: “Pablo Müllner integra los talleres de Siempre de Viaje desde siempre…”


 De allí surgió su primer libro de poemas El Escribiente (2006, auto editado). Y su segundo libro de microrrelatos y prosas poéticas Hospital Samsara, a ser editado en breve por Viajera Editorial.

domingo, 5 de julio de 2015

Gabriela Aristegui * Una inquietud


Una inquietud
Todo comienza en la incomodidad del cuerpo, en el mío.
Me pasa por la carne.
Se expande. Se acrecienta. S e a b r e e e e
Entro.
Con locura, intento algo del calmar: Ama Alma Mar Calma
Intento despojarme (hago todo para despojarme)
Desnúdate ya! Dale, Desnúdate!
Atrevidamente me sumerjo en esa nube, en su espesor.
Una idea cemento que me deja hosca, tallando recovecos (intentos)
Entro despacio, entro maníatica.
La mejor manera de autorizarme en el desvarío: declararme de entrada enajenada
(entre lo que pienso y lo que escribo)
Hay una escansión donde no soy yo, es otra. Una escisión.
Se abre una válvula y la cola de agua sale potente, blanca, desbordada.
Colores alrededor. Blancos y verdes hoy me acompañan.
Entrañable lugar en mí. Me habito.
Camino por el borde, por lo litoral. Las letras bailan,
las hago danzar.
Las acomodo. Las desparramo. Juntas o Separadas ellas me agradan.
Yo juego.
Armo y Desarmo historias. Tejo fantasías. Descoso utopías. Vuelo
Escribir abiertamente perturbada. Agujereada. Desbordada.
(Todo al mismo tiempo)
Entro a la imagen de una letra distinta. Una alucinación casi tardía en mi vida.
Pero llegué a tiempo.
Puedo, aun puedo.

Escribir.


Gabriela Aristegui, 2015.




Gloria Candioti en la Biblioteca Nacional

Nació en Buenos Aires en abril de 1955. Vivió parte de su infancia en Martinez pero se jacta de ser bien porteña. 
Es profesora de Letras, licenciada en Gestión Educativa. 
Trabaja en la docencia desde hace más de treinta años. Actualmente se desempeña como Rectora de un colegio en la Ciudad de Buenos Aires.  
Egresó del Programa de Capacitación en Literatura Infanto Juvenil de Casa de Letras (Escuela de oralidad y escritura), habiendo realizado talleres con la especialista en Literatura Infanto Juvenil  Lic. Alicia Salvi, con los escritores Eduardo Dayán, Esteban Valentino, Istvansch, Cecilia Pisos y la narradora oral Viví García. 
Participó de talleres de reflexión sobre novela con la escritora Liliana Bodoc. 
Cursó  Alas de ida y Vuelta - Leer y escribir textos para chicos con la escritora Cecilia Pisos y el escritor e ilustrador Istvansch, en Casa de Letras.
Su novela “El cuarto de juegos” fue finalista del Concurso de Literatura Infantil y Juvenil Julio C. Coba 2013 y publicada por editorial Libresa. 
Recientemente, su cuento El hada de las flores ha sido seleccionado por la Universidad Iberoamericana de León –México – para integrar la Antología de cuentos ilustrados con enfoque ético. En Argentina esté libro se editó  por la editorial De los cuatro vientos. 
Sus cuentos con Pictogramas: El guerrero de las zapatillas verdes, El misterio de la plaza oscura y Los juguetes traviesos fueron publicados por Salim ediciones. 
Participa de talleres de escritura en Siempre de Viaje (Viajera editorial)  con la poeta Virginia Janza desde el 2011.  

sábado, 4 de julio de 2015

Gabriela Aristegui en la Biblioteca Nacional

Nací el 4 de marzo de 1975, en la ciudad de La Plata, lugar donde aun vivo.

Hija única, detalle no menor, crecí entre libros y papeles como compañía en los veranos solitarios de mi barrio. Es probable que por aquel tiempo haya empezado con un mundo paralelo imaginado y con trazos garabateados en un papel en forma de diario íntimo.
Crecí como cualquier niña feliz, jugando y con sonrisas.
Transité por varias disciplinas, encontrádome con la cultura oriental que me fascina y me ha sostenido a lo largo de mi adolescencia oscura y hasta hoy.
Me gusta el arte y la filosofía china, japonesa, hindú y tibetana. Encuentro ahí un resguardo que me hechiza. No soy religiosa y sin embargo creyente de algunas cosas, me gustan los rituales.
Pasé por la Universidad Nacional de La Plata, primero estudié Derecho y luego encontré una de mis pasiones: el psicoanálisis. Me recibí, entonces, de Psicóloga y me forme como analista. Práctica que hoy ejerzo en consultorio privado.
Sigmund Freud y Jaques Lacan son dos de mis maestros, ambos, a mi entender poetas. Con Lacan me sorprendí con dos frases que marcaron mi destino:
“Si no somos mejores analistas es porque no somos suficientemente poetas” y
“No hay más que poesía, se los he dicho”. No pude más que amarlo desde ese instante.
Este hallazgo me permitió transitar por diversos Congresos y Ponencias trabajando la articulación del Psicoanálisis y la Poesía, sumando también otro tema que me gusta y me interroga, la feminidad.
Desde hace un tiempo asisto a los Talleres de Siempre de Viaje, lugar maravilloso que me ha permitido encontrarme con la escritura como causa de una vida, la mía.
Estoy por publicar mi primer libro “Seresa” que parí hace ya algunos meses.
En estos momentos estoy escribiendo el segundo libro, se llamará “Estrago”. Al mismo tiempo que se empiezan a trazar textos de alguna otra cosa que aun no tiene nombre.
Por último y más importante, me habitan innumerables pasiones descontroladas que intento mitigar cotidianamente y ante las cuales fracaso, entonces escribo.



Gabriela Aristegui, 2015.

viernes, 3 de julio de 2015

La cantora (fragmento) * Gloria Candioti

La cantora (fragmento)


a Mercedes Sosa 

Decían que se llamaba Nakin o Naín1, no lo recordaba o no lo entendieron los del pueblo cuando lo dijo. Sí, sabía Naín, que su vida era para cantar la memoria de los pueblos. De historias lejanas tejía sus canciones y sus mantos. Porque para Naín cantar y entretelazar hilos en su telar era la misma cosa.
La cantora había aparecido en ese pueblo hacía tanto que era improbable que alguno recordara el día. Los más viejos creían que había sido después de las guerras y mientras la paz bailaba entre las casas de los pueblos.
Ella se puso a vivir en la casita más humilde. Entonaba, todas las tardes, canciones con historias antiguas, desconocidas: guerras contra el odio venido de afuera, contra la envidia que dividió hermanos de sangre o de vida. Cantaba hazañas de héroes muertos en batalla, de músicos que habían dado su vida por ser mensajeros. Relatos de niños huérfanos, de pájaros hombres, de viejas que criaron estirpes de héroes, de magos enamorados, de una joven sacrificada en defensa de su pureza. Historias viejas y lejanas, decía la mujer cantora, mientras tejía otras, cotidianas, entretejidas entre los colores del telar. No había uno de ese pueblo que no se sintiera transportado, en las alas de su canto, a otros tiempos y a otros cielos.
Después del tiempo necesario para la confianza y el cariño, el pueblo cantaba con ella. Imitaban las notas que salían de lo profunda voz de Naín, entonaban melodías que conjuraban los males.
Hubo un niño que se quedó prendido de las notas de la cantora. Huérfano había de ser. Naín lo dejó dormir en el portal de su cabaña. Después le dio alimento. Finalmente le dio un nombre: Ahisar. Y le fue enseñando sus canciones. Ahisar se le quedó hijo a Naín


Gloria Candioti.