Pablo
Müllner nació en
1978, bajo un apellido de raíz alemana, por el lado paterno. En el
ala materna de su familia, se cree, la raíz es criolla, aborigen. De
esa mezcla rara, surge una personalidad no menos exótica.
Estudió
abogacía, creyendo que el derecho era un lugar lleno de aventuras
parecidas a los policiales de Poe o Conan-Doyle. Al calor de estas
esperanzas es que se desanimó un poco, pero no abandonó la carrera.
En cambio, para amenizar el aburrimiento leyó y leyó… En la
facultad incluso conoció autores como Goethe, Foucault y Kafka.
Kafka fue quien mayor impresión dejó en su carácter vivaz y
curioso, angustiándolo de a ratos. Pero también fue el mismo Franz
–con el que comparte una ascendencia checa– quien despertó un
hormigueo de insectos no identificados en sus manos. Llegó un día
cuando esa comezón pareció gritarle: “¡Escribí!”.
Se sintió
bastante insatisfecho con los primeros escritos, pero no estaba
dispuesto a quitar los dedos del teclado. Así descubrió, en una
alta torre del Abasto, a una joven poeta rubia que por entonces
empezaba a formar un pequeño grupo de escritores inéditos. Fue
muchos años atrás y para no dar fechas, ni delatar edades, digamos:
“Pablo Müllner integra los talleres de Siempre de Viaje desde
siempre…”
De allí
surgió su primer libro de poemas El Escribiente (2006, auto
editado). Y su segundo libro de microrrelatos y prosas poéticas
Hospital Samsara, a ser editado en breve por Viajera Editorial.
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