VISTO Y LEIDO
De viaje entre líneas
Karina Macció, Virginia Janza y Cecilia Maugeri llevan adelante Viajera Editorial, sello con el cual buscan dar lugar a voces inéditas y contemporáneas y a textos que escapan al encasillamiento de género.
Por Carolina Selicki Acevedo
“Mamá, ¿yo soy mujer?/ –No, todavía no./ –Papá dijo.../ –Papá no entiende./ –Pero no soy un hombre./ –Tampoco sos mujer/ –Y entonces, ¿qué soy?”(Fragmento de “Ranamadre” de Nadina Tahuil, Viajera Editorial).
Karina Macció y Virginia Janza se conocieron hace diez años en medio del ciclo literario “Cabaret Voltaire” y un seminario de la carrera de Letras de la UBA, donde intercambiaron sus primeras producciones. Al año siguiente, en 2004, organizaron un Festival de Cine y Video en San Telmo que convocó a 800 personas. Luego se multiplicaron los talleres y Cecilia Maugeri se sumó, con apenas 18 años, a ayudar en producción. Hoy las tres coordinan los talleres de Siempre de viaje y en 2008 fundaron Viajera Editorial, sello que comienza a consolidarse a partir de tres ejes: descubrir nuevos y nuevas autoras desde sus primeros libros, explorar la obra de escritoras y escritores destacados contemporáneos y una apertura bífida, dedicada a textos doble lengua/lengua doble. Las obras publicadas demuestran cómo puede haber infinitos modos de abordar desde una esencia poética cuestiones de género, psicoanálisis, humor, existencialismo, entre muchas otras, sin llegar a un reduccionismo poético. Aventurarse a su lectura es aceptar correr el riesgo de colocarse frente a frente con textos “impertinentes” que desafían deglutiendo o vomitando preconceptos.
La guarida literaria
Entre 2006 y 2007 se afianzó Siempre de viaje con la guarida literaria, que en principio se montó en la casa de Karina y hoy cuenta con lugar propio en pleno barrio del Abasto. El desafío de la editorial surgió al detectar que había autores listos para publicar, dentro de sus talleres, pero que al acercarse a las editoriales no se encontraban con lo que pretendían o publicaban su primer libro, pero después quedaban a la deriva, sin saber siquiera si aún circulaba algún ejemplar.
¿Qué características tiene que tener un texto para que pueda ser publicado por Viajera...?
Virginia: –Principalmente debe conmovernos. A veces en los talleres tocan algo que les es propio o leen distintas series a las que se les encuentra algo en común como para armar un libro. Algunos piensan que es un sueño lejano, más cuando vienen de otra disciplina o lo toman como un hobby.
Karina: –Tener un proyecto en lo lingüístico y estético novedoso, conmovedor... Debe poseer un viaje intenso –de ahí la ligazón con el nombre de la editorial–. Además, quien escribe debe hacerse cargo de ser autor y no disminuir su entusiasmo en el proceso. La relación editor-autor-lector es fundamental. Asimismo, es importante saber si a una, como lectora, el libro le interesa.
Lo que decís demuestra un signo de humildad, me refiero al ponerse frente al texto ajeno como lectora y dejar el sesgo de escritora en un segundo plano...
Karina: –Eso intento. Lo interesante está en el entrenamiento que da el coordinar un taller. Vas conociendo el proyecto de escritura de la persona y a la vez a la persona. Así se detecta si la misma está o no está conectada con lo que escribe y el desafío reside en que llegue a su voz propia.
Virginia: –Si no se deviene en la re-escritura. Por eso podemos hacerle sugerencias de recortes o recursos pero no más que eso.
Cecilia: –Generalmente sucede que cuando se les pide que traigan un texto para leer entre sus compañeros, entran en pánico por el plagio, y la confianza hacia quien te guía es fundamental, como lo es salir de los extremos de la lectura para recibir elogios o para recibir “dagas”.
Las temáticas que ustedes abarcan son variadas, van más allá de “lo poético”, se nota un cuidado de cada detalle, desde el uso de la palabra, cómo se la vuelca al papel, el diseño interior y exterior e incluso una vez impreso, la elección del presentador ideal para cada obra, como acompañamiento al autor...
Cecilia: –Es que muchas veces sucede que el material está preparado y la persona no. Es genial que la persona se haga cargo de que es escritor, sea que forme parte de nuestros talleres o sólo haya acercado su material para su publicación, y que pueda cambiar el curso de la literatura actual, al menos argentina, aunque suene pretencioso.
Karina: –Que provengamos de la poesía ha generado prejuicios, pero luego vimos que se lee cada vez más poesía o se la escribe. Sin embargo, nos centramos mucho en su formato, color o presentación para que sea atrayente. No importan los géneros, sino los proyectos.
También se ocupan de los escritores desde las primeras incursiones...
Karina: –Sí, sumamos hace tres años el área Niños. Tenemos un club de cuentos que se hace cada sábado, conformado por dos grupos según las edades: con los más chicos trabajamos el desarrollo creativo y a partir de los 8 o 9 hasta los 12 ya nos volcamos a la escritura.
Los talleres y los circuitos literarios se han ampliado en la ciudad, pero se percibe falta de integración entre cada uno, ¿coinciden?
Karina: –Sí, es que de los ’90 en adelante se volvió fundamental pensar en el público también, salir de la escritura solemne y el espacio del taller se revalorizó. Hay una oferta muy interesante y no se trata sólo de acudir a la universidad y que eso te acredite para formar a otros o asesorar sino que hay que apostar al servicio personalizado y esto debería generar más contacto, más aún con el aumento de variedad de editoriales; sin embargo, sigue siendo un desafío.
Virginia: –Se pueden rescatar encuentros que nutren el contacto, como sucede con el Festival de Poesía en Rosario e incluso, algunos festivales que se hacen año a año.
Cecilia: –Sucede que los ámbitos se vuelven particularistas y quien se dedica a la narrativa deja a un lado la poesía o viceversa, más que nada en los ámbitos que cuentan con figuras consagradas.
También se critica mucho a quienes dan talleres literarios...
Karina: –Sí. Pero lamentablemente, muchos autores, al momento de leer en público, por más que sus escrituras sean maravillosas, no saben cómo leer o abrirse al otro. Nosotras tratamos de que eso cambie, desde nuestro pequeño lugarcito.
Entre sus apuestas figura la traducción también...
Cecilia: –Estamos trabajando con El príncipe, de un poeta camerunés formado en Letras. Sus idiomas referentes son el inglés y el francés y el dialecto de su tribu, pero escribe en español, porque la mayoría de la poesía la leyó en este idioma. El contacto se dio a través de un poeta amigo uruguayo. Tuvimos que trabajar las estructuras, ya que a él se le ocurren las escrituras en español pero en papel lo vuelca en francés. Se sumará a Bífida, luego del trabajo que hice junto a Ben Darlington, en inglés-español.
Fuente: Suplemento Las 12 del diario Página/12