DIEGO RECALDE
nació en Buenos Aires el 2 de noviembre de 1969. En TV trabajó como guionista
para Roberto Pettinato escribiendo
los monólogos iniciales del programa Duro
de domar, y en los que el conductor imitaba a Tato Bores. También colaboró
autoralmente en su columna humorística “Plop”,
del diario Clarín, entre 2005 y
2008. Y guionó a Pettinato en radio, entre 2004 y 2008, en su programa El show de la noticia (FM 100). En ese
programa, hizo muchos de los personajes que salían al aire. También fue
co-conductor y humorista de Zona
liberada, por radio Uno, conducido por Martín
Ciccioli. Y trabajó en Mondo Beat,
por radio Metro, conducido por Diego Ripoll. Fue notero de Caiga quien caiga y de Argentinos por su nombre. Fue notero y
humorista de Duro de domar, RSM, Mundo perfecto, y guionista de programas como Delicatessen (1998), Televisión
registrada (2000-2001), Caiga quién
caiga (1996-2001) La Cajita Social
Show (Sebastián Borenzstein) y Videomatch
(1995-2000), entre otros. Hizo humor gráfico durante varios años en los
diarios La Razón y Perfil.
Actualmente escribe
en el diario la U y hace humor
gráfico en el diario La Nación. También
trabaja en radio junto a Martín Ciccioli
en No se desesperen (FM 98.3).
En cine
actuó, escribió y dirigió cuatro largometrajes independientes: Sidra, T.Ves?, Habano y cigarrillos,
y El periodista, que recibieron premios
en distintos festivales.
Es cantante,
autor de las letras y monólogos del grupo de música Trío Ibáñez.
Lleva
escritas doce novelas.
Tenemos un problema, Ernesto
fue editada en el 2011 por editorial
Planeta.
Ahora,
publica por editorial Viajera otra
de las novelas que tiene escritas: La
meta de Gregorio, novela finalista dos veces del concurso de novela Salamanca,
España.
CONTACTO:
Email:
diegorecalde@fibertel.com.ar
Website: www.diegorecalde.com.ar
Aquí
compartimos el comienzo de la novela Tenemos un problema, Ernesto
Como todas las noches, a eso de las cuatro, me levanté de la cama
para ir a hacer pis.
Fui al baño, con la vejiga bastante hinchada, y cuando bajé mis
manos para sujetar mi pene, así la orina no salía para cualquier lado sino
hacia donde tenía que salir, es decir para adentro del inodoro, descubrí algo
horrible, que me llenó de pavor y angustia.
Descubrí que mi pene... no estaba.
Sí, ¡mi pene no estaba! ¡Había desaparecido! ¡Mi pene y mis
testículos! ¡Porque desapareció entero!
Aterrado, me pregunté si no se trataba de un mal sueño. Más
aterrado, vi que no. En los sueños siempre hay algo de falso y a mí, me faltaba
el pene de verdad.
Me acordé entonces, eso que dicen que hay órganos que naturalmente
se desplazan hacia otras partes del cuerpo sin alejarse demasiado de la
posición original. Pero busqué y busqué y en los lugares cercanos a donde mi
pene solía estar, no encontré nada. ¡Ni siquiera una forma parecida!.
Empecé a temblar. Todo mi cuerpo empezó a temblar. Excepto mi
pene, claro, que no estaba.
Me fijé si lo tenía en la espalda, en los dedos de los pies, en el
pecho, en los dedos de la mano, en la cabeza, otra vez en la espalda... Pero
no, no estaba. Mis ojos se llenaron de lágrimas, de lágrimas con sabor a
desesperación. No entendía qué pasaba. No podía ser que mi pene hubiese
desaparecido de un día para otro. No podía ser.
Más no me resigné; seguí buscándolo. Esta vez, en lugares más
insólitos. Adentro del botiquín, en la bañadera, detrás del bidet, ilusionado
de que se me hubiera caído. Por lo menos eso. Pero no, tampoco lo encontré.
El pis, mientras tanto, empujaba por salir de la vejiga. Me senté
en el inodoro y por ese minúsculo agujero que tenía en lugar de mi pene, pudo
salir al menos la orina que tenía acumulada...
Después de hacer pis (¡porque no
podía ser que mi pene se hubiese evaporado!), corrí desesperado a mi habitación
y miré si Martina, mi novia, estaba conmigo. Quizás en una de esas, por el
anhelo de querer tener uno, en la mitad de la noche, ¡me lo cortó!. Y digo por
el anhelo de querer tener uno, porque no hay otra razón para que me hiciera
algo así. Digo, golpearla psicológicamente, no la golpeaba; golpearla
físicamente, tampoco la golpeaba... Si me lo cortó, tiene que haber sido por la
famosa envidia del pene de la que tanto habla Freud.
Pero no, mi novia no había dormido
conmigo y no había indicios de que, efectivamente, hubiésemos dormido juntos y
en la mitad de la noche, ella se haya ido con mi pene.
¿Y si fue una de esas mujeres que,
según la mitología popular, utilizando como arma sus portentosas curvas, te
seducen, te invitan a su casa, te duermen con un somnífero y al otro día
aparecés en una plaza operado y con un riñón menos...?
Había escuchado muchas veces esta
historia, siempre protagonizadas por distintas personas…
En tal caso, de ser cierta, lo que
no variaba era el objeto a extraer: el riñón… Digo, jamás escuché una historia
donde a una persona le sacaban el pene… Aparte, en mi caso, hay dos datos no
menores para tomar en cuenta: primero, anoche no estuve con ninguna mujer.
Segundo: no había cicatrices y menos aún rastros de que me hubiesen operado.
No había marcas, no había huellas,
no había nada; incluso no había indicios de que antes, ahí, en la zona
inguinal, hubiera existido un pene.
Ay, ¿dónde está? ¿¡Dónde carajo
está mi pene!?
¿¡Qué le hicieron!? ¿¡Quién se lo
llevó!?
Si reconstruyo la noche de anoche,
es decir la noche de ayer, la noche en la que todavía tenía pene, me acuerdo
que llegué a casa como a las once. En el contestador tenía un mensaje; lo escuché.
Era un mensaje de mi ex jefe, el productor, showman y “guionista” Francisco
Albornoz. Me ofrecía de nuevo trabajo. Recuerdo que no lo llamé porque era muy
tarde, y porque iba a sonar a desesperado. Con la alegría de que iba a volver
al ruedo, me fui a dormir, para levantarme hoy a la mañana ¡sin pene!
Cerré los
ojos con violencia, mi cara se arrugó más de la cuenta. Intenté creer que se
trataba de un mal sueño y que muy pronto me despertaría, deseando que el amanecer
rehiciera los hechos tal como estaban un día antes, cuando tenía pene. Sin
embargo, la esperanza abrió la puerta de mi departamentito y se fue dando un
portazo. Porque llegó el amanecer y a
mí me seguía faltando el pene de verdad.