El Sade que hay en mí
Lado Géminis, de Virginia Janza
(Editorial Viajera, 2012)
Escribir es una tarea solitaria. Sin embargo la escritura poética, a la vanguardia de los ciclos de lectura, termina evidenciando una realidad colectiva bastante diferente. Son muchos los grupos que hoy funcionan de ese modo, endogámico por cierto, pero a la vez posibilitador de alguna forma de circulación de nuevos textos.
El libro de Virginia Janza, Lado Géminis, bien podría leerse como el emergente de uno de esos tantos colectivos de poetas. Dedicado a una lista de personas puntualmente descriptas y nombradas en las primeras páginas, el poemario muestra esa clara intención inclusiva y la red de relaciones que estructuran el espacio literario de la autora. Los motivos por los que dedica a cada quien el libro pueden parecer insignificantes, o abusivos, incluso ciertos códigos grupales dejan afuera al lector. Sin embargo, en ese recorrido de dedicatorias que tiene el peso de encabezar la publicación, uno puede ir destilando algunos datos de esa rama a través de la cual Janza se mueve, respira y escribe, a la vez que edita y publica a otros.
Ordenado en cuatro partes —Ocultemos, Pobre Marilyn, Resucitada y Umbral—Lado Géminisaborda la evolución de una mujer de modo cifrado y a la vez explícito. Su interioridad se extiende sin dubitaciones, y, al mismo tiempo, se cierra en cierta codificación que encripta los poemas y los opaca.
Los huesos astillaban / el fondo del vaso / curiosamente / volverías sin razón / el pecho rojo y los labios crudos / servirían de carnada.
Esos pliegues de los versos, que esconden el lado narrativo de su poesía en una retórica de la forma, evidencian una toma de posición. Virginia elige ocultar muchos datos, ignora la tradición poética de pretensiones realistas y, a la vez, cuando toma la iniciativa de transparentarse, deja aparecer una voz nítida y aguda, plantada en su lugar femenino más seductor.
No necesito suspenderme / (fojas cero) / volver a ser / hoja / desplegar mi nombre / virginal / resucitar cada sueño / releer mujercitas / y cantar en la ducha.
Con “eros” como invitado principal, y a medida que los capítulos avanzan, la poesía de este libro se abre en una cadena de sentidos cada vez más comprensibles. Su voz se hace fuerte, su mirada va más allá del yo poético y los versos pueden describir realidades de otras mujeres, vivas y muertas, más débiles o más fuertes.
betty —por Betty Page— boca de barbie / ojos de estrella / te faltó destrucción / un poco de desborde / caer en la cama equivocada / te faltó un buen suicidio para ser una marilyn.
pobre marilyn / la angustia innata / se escapa / en querer ser / algo más que una cara bonita
Pensar desde la poesía ciertos estereotipos femeninos, como en este caso el de las estrellas de Hollywood, es al mismo tiempo pensarse a sí misma. Janza se sale del género para mirarse en la escritura que produce, detecta sus lados opuestos, y pone el acento en sus contradicciones.
Ya lo supo decir ¡y tan acertadamente! la escritora consagrada con la que la autora comparte nombre de pila —Virginia Woolf —: “para toda persona que escribe, pensar en su sexo es fatal. Es fatal ser pura y exclusivamente un hombre, o una mujer; se debe ser un hombre con algo de mujer, o una mujer con algo de hombre”.
Janza no desconoce estas cuestiones y las aborda con astucia. Mientras nos distrae con su lado Sarah Kay ya está desenfundando su energía masculina.
probaría un río —escribe— un enorme volcán / lo que fuera / el hambre / la mugre / el frío / todo eso y más / soportaría.
Al mismo tiempo, y aún cuando es imposible relacionar a esta poeta con el Marqués de Sade, el nombre del maldito aparece entre los versos. El sade que hay en mí, dice Janza, y busca sin temer, quizá un tanto en exceso, ampararse en las voces fuertes de la tradición. Cita a Mercedes Roffé, a Clarice Lispector, a Sara Kane y a Alejandra Pizarnik. ¿A quiénes está invocando Janza en estos nombres? ¿Sobre qué legado busca recostarse? ¿Con quiénes conversa su poesía?
"La angustia de las influencias no es una angustia relacionada con el padre real o literario —decía Harol Bloom—sino una angustia conquistada en el poema".
Janza, pese a que mira con detenimiento la tradición y busca unos padres literarios que la autoricen, no hace más que escribir la angustia del hombre moderno. Sobre todo de la mujer burguesa. Esa angustia producto del vacío que de ninguna manera puede llenar la escritura, ese inter-texto psíquico que atraviesa el entramado emocional de varias generaciones.
Lado Géminis es una serie de aristas, las caras de una “idea de mujer” determinada a ser fatal, inteligente, y a la vez, por qué no, profesional, radiante y exitosa.
Reseñadora:
Leticia Martín nació el último día de marzo de 1975 y se crió en Lomas del Mirador. Es docente, licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA) y se ganó el viaje a Bariloche en Feliz Domingo. Publicó: Breviario o el oficio religioso (Funesiana, 2012) y El gusto (Pánico el Pánico, 2012) Dirige la revista de arte NQM y colabora en Ñ, Revista Tónica, El circuito de teatro y otros medios gráficos. Vive en el barrio porteño de Almagro y administra el blog: cadadiafaltamenos.blogspot.com
http://www.no-retornable.com.ar/v13/nuevo/martin.html