visitante/ the visitor es una pausa necesaria de expansión, un dónde-cómo-cuándo del ser. Cada verso es una marca, cada palabra es una visión, un descubrimiento.
Diría que los desplazamientos siguen más de una línea. Uno abre el libro y se encuentra con un espejo que refleja en dos lenguas una esencia. Mismo lenguaje (como idea), otro cuerpo (como sonidos). Sin hablar de división, simplemente juegan, y el lector también puede elegir qué leer primero, cómo leerlo o sentirlo. Los poemas son transparentes, sin atajos ni trampas, corren juntos.
San Telmo es una reflexión viva, que late, el poema se alimenta de esos pensamientos y crece, pega un estirón sin centímetros, con bellos-vellos. Uno ve las dimensiones, la mujer adulta que va empujando a la niña, dándole y quitándole la voz y el espacio, generando una incómoda incertidumbre casi justificada. Y si me preguntás qué se siente… qué decirte, te cuento, la tranquilidad y la lástima en un mismo frasco.
Ruta 2 es un poema que narra, y a su vez encierra un deseo estático, de frenar, aunque sea un ratito más, de quedarse fuera del tiempo. Lo que uno siente cuando se acerca un final de viaje, esa sensación molesta de que todo pasó volando.
Chacarita siente la soledad y el encuentro, la tormenta y el refugio. En este poema vemos un escenario, la vida de los furnitures, los muebles, la idea sin salida del home-sweet-home, hogar-dulce-hogar, y the master, el amo. La condición sin condiciones de haber seguido a una she-dog, una perra vagabunda, hasta ser otra vez de nadie. Es una invitación también a sentir que uno es lo que ve, lo que traspasa los sentidos y los versos nos involucran, somos parte, por un momento, ambiente, y esa perra no nos reconoce.
Breckenridge y Epílogo/Epilogue van por dentro, debajo de la piel. Un lugar vacío y un nudo. Una dicotomía, un centro en el cuerpo bipolar, que sale y se expresa, entre lo que una mujer es y debe ser, hace y debe hacer. Y no cualquier mujer, se trata de una mujer poeta. ¿Cuál es el espacio vacío? ¿Cuál es el nudo? Cecilia Maugeri propone dejarse atravesar y que, si tiene que pesar, que pese. Y no dejar de escucharse, sentarse y sentirse.
Milagros Arla
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