Bengala Hotel está construido con ladrillos de
palabras reflexivas. Arquitectura que se indaga para no ser sólo algo
que se halla ahí, erigido. Despliegue y repliegue son movimientos
continuos, como propone Deleuze. Uno repercute en el otro. A medida
que avanzamos en la lectura, las paredes imaginarias de este cuarto
(hojas) se transforman en pantallas que reverberan con imágenes,
proyectando una variedad de personajes y sensaciones. A su vez,
rebotan contra otra pared imaginaria: una identidad que aparece sólo
por este rebote. Se trata de mirar lo que no está, o lo que si alguna
vez estuvo, ha dejado una cicatriz, un fantasma, un recuerdo.
Permanecer en un cuarto de Bengala Hotel es animarse a probar el limbo:
ni la vida, ni la muerte, sino ese intermedio donde fluyen las
palabras, como bolas que ruedan, burbujas que flotan, o espuma de
oleaje, multiplicándose sin cesar. Espacio de reflexión y búsqueda, se
levanta en un intento por conjurar las quimeras que nos acechan. Este
libro de Eugenia Coiro, escrito con el detalle, con la música de quien
degusta y dibuja los versos, es una invitación exquisita a alojarnos
entre palabras expectantes, con ojos
abiertos.
Karina Macció
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