TING
TING MEI nació el 29 de mayo de 1989 en
Shanghai, China. A los seis años vino a la Argentina y desde ese
momento vive en la ciudad de Buenos Aires. Ha colaborado en diversas
publicaciones en su colegio secundario, el Carlos Pellegrini, y
actualmente, se encuentra cursando la carrera de Letras en la
Universidad de Buenos Aires. También participa del taller literario
Siempre de Viaje, literatura en progreso, espacio desde donde realizó
lecturas y puestas en escena de sus textos, así también como
publicaciones de pliegos de poesía que formaron parte de la
colección Poesía Portátil.
Aquí
algo de su poesía para compartir:
Huellas
El
otro día salí con desesperación a buscar una cámara de fotos.
Habría que recuperar una vida entera me dije, aquellos innumerables
momentos en los que no estuve y por lo tanto no pude formar
parte. Supongo que me habrá atormentado sentirme
insignificante y por algún motivo, eso se traducía en la falta
completa, el desenfreno replegado a la negación y al negativo de las
cosas. Y finalmente, la imposibilidad ya de proyectar nada: todo
terminaba ahora. ahora. ahora.
“Y
ahora es muy poco Alejandro”, le dije “cómo hacemos para
sobrellevar los días si ninguno de los dos sabe, será un juego,
será una historia, será una mentira, las cosas yo no las digo así
como las veo, pero llevo un diario hace varios meses, y sí, es el
que escondo con toda cautela porque dice más de mí que todo lo que
podría afirmar, y sí, ayer dejé por escrito que estoy dispuesta a
leerlo en voz alta:
'Día
tanto, Mes tanto, Año.
Hoy
se me ocurrió confesarle que yo no conocía el desamor. Le dije que
no tenía experiencias sobreviviendo con un corazón roto. Creo que
se habrá dado cuenta de mi estrategia, o de mi mensaje.
(Eso
me recuerda inevitablemente a cuando le pido algo. Por ejemplo, que
me compre una cosita cualquiera del quiosco, y entonces le digo, no
sé, me da igual, lo que vos quieras. Él primero me mira impaciente,
pero luego descubro que le brillan un poco los ojitos. Él entiende
que es un guiño de confidencialidad, sabe que me gustan en un punto
las imposiciones, especialmente si son sobre mis preferencias. Al
mismo tiempo, me podría sonreír tranquilamente, pienso,
imaginándolo tratando de amoldarse con fidelidad y absoluta
prespicacia a mis verdaderos sentimientos.
Entonces,
según el día me trae algo salado o algo dulce, y dentro de estas
categorías varía con tanta imaginación, con tanta sensatez, que a
veces me repregunto si me habrá espiado intuitivamente en algún
momento sin que yo me diera cuenta. Un día hasta acertó con mi
esporádico sentido de la picardía y trajo un sobrecito que reconocí
al instante. El chupetín, la dulzura artificiosa de la sandía, y el
polvo acaramelado que estalla sobre la lengua efervesciendo toda la
boca reactivaron en mí cada uno de los sentidos, y pensé,
ridículamente, que la vida se había concentrado en una golosina).
En
fin, en esto que tenemos, los guiños amistosos del no decir son
constantes. Porque al fin de cuentas, cuando digo no sé, Alejandro
sabe que me entrego por completo. Y entonces ya no importa si dudo,
si desconozco, o si simplemente callo. Confío, mantengo los ojos
cerrados y los brazos en el aire, como supongo, suele pasar antes de
un desamor. En todo caso, Alejandro propone, y yo dispongo.'
¿Podés
creer Alejandro, que eso escribí un día, y eso escribo básicamente
todos los días? Me gustaría que nos sacáramos fotos por ejemplo.
Vos sabés cómo van mis emociones, que el miedo me desespera y de
repente me siento chiquita o tardía. Porque viví tan pocas cosas me
doy cuenta, y reactualizo tantas otras de maneras impensadas. Me
gustaría empezar a tener algo, coleccionar algo pequeño aunque sea,
nuestro, por las dudas, sabés, de que empecemos a olvidar antes de
tiempo.”
Increíble... Tinchus, sos lo más!!
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