Sandro Barrella reseña el último libro de Virginia Janza en ADN
Una primera persona, que podría confundirse con el nombre singular de la
poeta que firma el libro, emprende y lleva a cuestas la tarea de
enunciar. Puede que sea la propia Virginia Janza, o un álter ego, o
simplemente el "lado Géminis", ese doble o gemelo que, según se expresa a
lo largo del libro, rige al signo, desde los astros hasta las cosas del
mundo. Como sea, quien toma la palabra en estos poemas lo hace a la
manera de una confesión. Palabras del vivir, de la inquietud o el
desborde íntimo, haciendo del poema un canto de las pasiones,
descarnado, inmediato, como en el poema "De noche puedes ver", un pedido
del cuerpo de la hablante hacia otro cuerpo, un registro del deseo.
Las secciones que componen el libro apenas hacen distingo o variación de
la voz. Janza echa mano a ciertos recursos que utiliza una y otra vez:
el monólogo a cargo de ese yo del que se habló antes, un tono que bordea
lo folletinesco y, por momentos, la autoparodia, la noción de estar
expresando, aun en la ironía, una verdad desgarrada. El microcosmos que
presenta Lado Géminis es el de un sujeto femenino que se observa a sí
mismo en el torbellino de las pasiones. Los nombres de Pizarnik,
Lispector o Roffé, como acervo literario, se funden con el de Marilyn
Monroe, presencia dominante de la segunda parte del libro, o el de
Bettie Page, conviertiendo esa mirada interior en una cuestión de
género. El libro se inscribe en una tradición poética que hace pie en la
narración confesional de un sujeto, arena movediza donde el poema
siempre corre el riesgo de hundirse en lo inasible. Sandro Barrella
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