VIAJERA EDITORIAL se enamora de la literatura con una atrevida voz propia y una manera original de ver el mundo. Viajera sale en busca de talentos nuevos con el desafío de que encuentren sus ávidos lectores. Viajera cuenta con tres colecciones: descubrir, para primeros libros de autor; explorar, para seguir adentrándose en el paisaje de las obras contemporáneas en construcción; bífida, libros doble lengua/lengua doble
lunes, 29 de diciembre de 2014
martes, 23 de diciembre de 2014
Pregunta de esta noche - Mario Nosotti
Pregunta de esa noche
Adónde iba la última vez que me senté.
Vi unos palitos verdes. Apagados. Y troncos
apilados en el rótulo incienso que arderá tal vez.
Mi hermana se cayó con el triciclo
al fondo del canal vacío de la quinta
se rompió la cabeza y se volvió sensible
inteligente. Un día se fue a España.
Ahora que conversamos cortamente
–más hermanos que nunca–
un grito funerario como el de un gallo ronco
nos devolvió sucesos donde un fuego perdido
sube hasta nuestros días de una hoguera
en perpetua extinción.
Mario Nosotti, El proceso de fotografiar.
Viajera, 2014.
domingo, 21 de diciembre de 2014
Nicolás Pazos sobre "Palabras que nos nombran" de Axel Levin
¿Qué se puede hacer con las palabras? ¿Jugar con ellas, odiarlas,
tomarlas seriamente, sopesar su sentido, sentir su peso, extraer de
la melodía su voz? ¿Qué hacer cuando los signos no nos alcanzan?
¿Ser un explorador de sapos, un abrazador de palabras, un suicida,
un poeta? Axel Levin indaga los límites de lo que puede ser
nombrado. Más profundamente, plantea una búsqueda imposible, ¿cómo
explicar aquello que la palabra dice con algo tan limitado como el
lenguaje? Toda palabra busca su ausencia. Es como mirar al
espejo y querer vernos por los ojos del otro, la verdad buscada en el
reflejo. Ser escritor es la aventura imposible: avistar las islas
inventadas, encontrar en las grietas del lenguaje un lugar para
entrar en él como el agua en la piedra. Como lo hace Axel Levin en
estos poemas.
Nicolás Pazos, 2014.
viernes, 19 de diciembre de 2014
El proceso de fotografiar, reseña en revista Aglaura
Por Mariano Dupont
Fotografiar, escribir. Hacer que la luz escriba. O dar luz a la escritura. Que la luz –la vida– entre en el poema. Y lo escriba. “La luz viaja en línea recta”, pero “puede desviarse./ Reflejarse./ Difundirse”. La luz es todo. Sin luz no hay proceso. El proceso de fotografiar, de escribir. Una toma, un recorte. Una escena o un instante. Como en los haikus: “Ahora captar el alma/ es decir esa forma de pararse/ es creo me parece/ atrapar ese momento”. Captar ese presente. Para eso hay que estar ahí, como decía Williams Burroughs que había que escribir: estando ahí, a lo Kerouac: como un torero frente al toro. Dar luz, entonces, al poema, hacer que la luz lo traiga al mundo. Al principio, entonces, nada. Oscuridad. Tinieblas. Una inquietud. Ganas de “eso”. ¿De qué? De escribir. La sombra como obstáculo, como una lente en el bolsillo que hay que guardar, y que retrasa el poema, lo demora. Hay que “herir la inercia”, hacerle un tajo a la inercia para que el poema pueda, por ahí, seguir abriendo el curso. No es fácil producir esa herida, lo sabe cualquiera que alguna vez haya hecho el intento. La mañana busca, conmina: “sentate, escribí”. Y el poema es fiel y al final viene, casi siempre viene (hay que aguardar, estar ahí), y, gracias a la luz, crea un mundo de formas, de hilos, de texturas, de ritmos, que hasta ese momento no existía. Un mundo que estaba y que no estaba, esperando en el limbo borroso del lenguaje. Y viene, decía, y aclara, así, un follaje que era negro, y unos versos más tarde, revela, en un oleaje de ramas, “haluros de plata”. Como en una película de Tarkovski, o de Alexandr Sokurov. ¿Qué hay que mirar, qué hay que leer? El mundo detenido en sus sutiles movimientos. Un equilibrio, como pedía Robert Bresson. El espíritu vacila, vaciado. Lo real mediado por la imagen, lo real transfigurado en el poema.
La poesía de Mario Nosotti va por este lado (estoy glosando El proceso de fotografiar). Poemas que hablan del poema, del proceso del poema. Poemas cuyo sentido no es otro que el poema. Lo que está ahí, nada detrás, un mundo nuevo. Versos, combinaciones de palabras, ritmos que evocan sin embargo ese más allá del poema del que hablaba Mallarmé. Mallarmé, cito: “Que las palabras –que ya son suficientemente ellas para no recibir impresión desde afuera– se reflejen unas a otras hasta que parezcan no tener más su color propio, sino ser sólo las transiciones de una gama”. Mallarmé, que justamente, sin casualidad, aparece en uno de los retratos obtenidos por la cámara estilográfica de Nosotti. La famosa foto con el chal, o “manta gruesa”, cubriéndole los hombros. Mallarmé “en su noche idumea”. La palabra rara trabajando para el mundo de los símbolos. Gracias al proceso. La poesía de Nosotti se aventura por ahí: en los tonos raros. Tonos raros que ya estaban en Parto mular, su primer libro, publicado hace ya dieciséis años. En ese arco, una continuidad certificada por los modos de leer, lecturas comentadas, con generosidad, de libros ajenos, reseñas sin ataduras en rescate de esa esquiva singularidad: una lengua no anudada a la soga. El parto del mulo, ese animalito formado en el vientre de la yegua, cuyo borde es el rocío, y que es luz, poesía, como dice Laura Klein, y que “Sale a un siglo de moscas, huele el aire/ de jugos y llovizna; el pasto poco a poco/ lo encamina por la puerta indeleble”. Y así a dar su paso, el paso lezamiano del epígrafe, siempre titubeante. Entre Lezama y Mallarmé, digamos, por ahí va Nosotti casi siempre. Lo dice a la pasada un pequeño poema de Parto mular: “Decir y no decir/ Era igual y era inmenso/ Los recorría un río serpenteante/ Oscuro y fino”. Un río serpenteante, barroco, entre el decir y el no decir. Fotografiar, escribir el rastro de una huida, de un pasaje: “Pero pasa la sombra/ un pájaro rasante/ atraviesa la verja/ y se pierde en un grito/ que vuela más allá.” Porque “sólo el ojo en la cámara” (o en la pluma: el ojo en la pluma, podríamos decir también) “recorta, detiene, y después fija”.
Y hay más. En El proceso de fotografiar y, también, en El paso de unas nubes, que reúne poemas escritos entre 1999 y 2011, los textos casi siempre son distancia. De la foto al objeto y del objeto a la escritura que lo inventa, en primer lugar. Objetos dispuestos por el azar infantil de un tiro de dados: un camión de bomberos, un Porsche rojo, una coupé Fuego azul destartalada, que el poema transforma en “miniaturas” que hablan del “corazón salvaje de dos años”, metonimia del niño que pasó por ahí. Pero también la distancia –el pudor– que el poeta interpone, sutilmente, entre el yo y sus materiales. Los énfasis y las efusiones no participan de la poética de Nosotti. Si se toma mate, es a la distancia, uno en una punta, el otro en otra. “Una forma consiste/ en otear a los lejos y escribir”. Hilos que se tejen para que el mundo, el poema, se sostenga. Pero hay que buscarlos en las vastedades frías del lenguaje, en los caminos no trazados, en la selva oscura de los signos.Y después enlazar. Escandir los versos en música rarísima (otra vez Mallarmé). Todo un trabajo. “El paisaje”, dice una línea, “se envía a todas partes.” Y enseguida: “La multiplicación de los sentidos del lenguaje poético:/ por qué decir dos cosas si quiero decir una?” El lenguaje con ganas de volverse un hospicio, una casa de salud. Encima hay hilos que se cortan. Nubes despanzurradas, hilachas de una charla. Pero Nosotti, cauteloso, se detiene a tiempo, camina por los hilos, no se cae, y vuelve a adensar el “tejido que hace blanda la escucha”.
Hace unos años, a la pregunta de qué era la poesía, Leónidas Lamborghini respondió: “La poesía es Dios”. Respuesta rara, por cierto, sobre todo si se tiene en cuenta al hombre que la profería: un poeta que, como se sabe, está lejos de ser un místico y que se dedicó casi toda su vida a trabajar, como el herrero del poema, con los materiales menos dóciles y más duros del lenguaje, y que hizo de la creación por destrucción el sello con que se lo identificará para siempre. Pero lo dijo, yo fui testigo. Así que Dios, dijo Lamborghini, la poesía es Dios. Dios, la poesía, como eso que está ahí. O eso que “está donde está”, como escribió Ricardo Güiraldes. El nombre de Dios, el tetragrámaton, que no se puede nombrar. Nada que ver con la mística, en este caso. Pero sí con el lenguaje, con eso que el lenguaje no puede nombrar. En Mallarmé, en Nosotti:ir –escribir– buscando darle un sentido más puro a las palabras de la tribu, del rebaño, a las palabras que adormecen al lector de periódicos. Ir detrás, o sea, de la famosa voz del grillo, la inalcanzable voz del grillo que canta en los trigales. Esa voz –parafraseo a Mallarmé– que es la voz sagrada de la tierra ingenua, menos descompuesta aún que la del pájaro, que tiene algo de las estrellas y de la luna, y un poco de muerte, y que es mucho más una que la voz de esa mujer que caminaba y cantaba delante del poeta y que parecía, la voz, “transparente de mil muertes en la cuales ella vibraba”. Ir detrás del sonido único del grillo, de esa felicidad que tiene la tierra de no estar descompuesta en materia y en espíritu. Nada más y nada menos. Dios está en los detalles que no se pueden nombrar. Pero el poeta no ceja, no se da por vencido, por más que sepa que casi todas las batallas se pierden de antemano. Pero cada tanto algo sucede, una nube se desplaza, se produce un hiato, una luz, y es precisamente ahí, como dice uno de los últimos poemas de este hermoso libro de Mario Nosotti, “en esa intermitencia”, donde está aquello “que se ama sin decirlo”.
jueves, 18 de diciembre de 2014
Crónicas viajeras, por Carolina Calvo
La poesía no es sólo palabra: es
también espacio, una puesta en escena que significa a la vez y junto
a lo verbal. Por eso al entrar, miro. Presto atención sobre todo a
los colores. Hay rojo, naranja, fucsia, amarillo. El escenario está
decorado con luces y telas de tonalidades cálidas. Me siento cerca y
espero a que se pongan en juego.
El evento empieza con un primer
bloque de Minuto Fuego. Un grupo de autores hace una lectura de
poemas de un minuto con ejes que giran alrededor del fuego y la
pasión; ahora es cuando los colores dejan de ser mera estética y
acompañan activamente la lectura. En papel, los blancos son vacíos
llenos de significado. En Minuto Fuego, los colores cálidos enmarcan
y refuerzan lo fogoso. El sentido traspasa los límites de la
palabra; la voz y el ritmo también lo marcan de una manera que no
puede determinarse por escrito. La lectura de poesía es una especie
de reapropiación de la obra: ya no le pertenece al lector/oyente,
sino que los autores se permiten marcar una determinada clave de
lectura. No somos nosotros los que leemos, sino ellos quienes nos
leen a nosotros. Es un trabajo de escritura, lectura y escucha.
Termina Minuto Fuego. La
presentación de Strip-Dancer se abre con el video Replican, una
interpretación audiovisual del poema del mismo nombre. Describir la
secuencia pierde importancia cuando su valor está en el desafío que
le propone al espectador y el juego que plantea al recurrir a
múltiples medios de expresión. Es evidente el arduo trabajo que hay
detrás de cada escena que se presenta, pero no es menor al trabajo
del espectador que les da un significado: no se espera un receptor
pasivo del otro lado de la pantalla. Replican no busca ser observado
sino discutido, lo que permite la entrada del público al universo de
Strip-Dancer.
Una vez dentro, escucho a Madonna en
What it feels like for a girl mientras se proyectan fotos que
ilustran la temática stripper. Karina Macció y Eugenia Coiro hablan
acerca de la autora, Gabriela Tavolara, y el proceso que implicó el
armado del ansiado libro (noto la estrecha relación entre autor y
editor, lo cual es un detalle interesante para tener en cuenta).
Cuando la introducción termina, Gabriela sube al escenario para leer
fragmentos de su obra. Es una lectura que juega con lo visual y lo
sonoro mediante la vestimenta, gestos, cambios de voz y
representaciones del material leído; es el espacio en blanco
traducido a cuerpo.
Luego de la presentación de
Strip-Dancer, el foco se pone sobre Viajera Editorial. Karina anuncia
el lanzamiento de Viajera Virtual y cuatro títulos disponibles ahora
sólo digitalmente: su libro La pérdida o La perdida, La cajita de
Pandora, de Virginia Janza, Bengala Hotel, de Eugenia Coiro, y Léame
y Reléame, de Nicolás Di Candia. A modo de estreno, los autores
leen poemas de sus libros relanzados desde medios digitales. Hay un
cierto orgullo y emoción en la noticia, que creo que es bastante
palpable.
Empieza el segundo bloque de Minuto
Fuego. Alguien llama por teléfono a una señora cerca de mí (aunque
en realidad no se escucha o es casi inaudible). Eso la pone nerviosa
y hace que tenga muchas dificultades para silenciarlo con la mano
derecha (mientras sostiene una copa con la izquierda). Es como si
Minuto Fuego hiciera arder lo que toca, porque cada vez que la señora
agarra el celular, se le escapa como si quemara. La situación llega
a un punto en que me ofrezco para sostenerle la copa, pero creo que
no me doy a entender. Finalmente, sale victoriosa y logra cortar la
llamada. Minuto Fuego arde en el público de maneras bastante
curiosas.
Cuando termina este bloque,
Peligrosa Horizontal se vuelve la nueva protagonista de la noche. Son
Virginia Janza y Nicolás Di Candia los que introducen la obra y
hablan acerca de la autora, inclusive desde un punto de vista
personal. Pero lo que de verdad me atrae y divierte es la lectura de
Lorena García junto con la performance de Virginia y Mauricio
Dreiling. Vestidos como si pertenecieran a un instituto psiquiátrico,
de repente aparecen y se llevan a la autora al escenario. La misma se
sienta como si lo hiciera en un diván y, junto a sus “enfermeros”,
hacen una lectura de Peligrosa Horizontal. Sin embargo, Virginia y
Mauricio acompañan a Lorena de una manera que hace reír a todos (la
gente delante de mí no para). Modulan exageradamente, gritan, ríen,
susurran; están igual de desequilibrados que el yo lírico al que
acompañan. El piso se llena de hojas y el ambiente de risas.
El evento cierra con un último
bloque de Minuto Fuego. Termina como empieza: lleno de pasión y
expectativa. Porque la poesía no se acaba en el final de la hoja, y
siempre hay nuevas maneras de hacerla significar. Estas alternativas
son las que Viajera Editorial explora y le presenta a su público,
con la intención de despertar en él un deseo de búsqueda de nuevos
sentidos propios. Desde videos, dibujos o performances, la poesía se
presta a una infinidad de expresiones a las que el lector está
invitado a descubrir, crear y participar.
Carolina Calvo, 2014.
miércoles, 17 de diciembre de 2014
El fuego no se apaga - Nicolás Di Candia
El
fuego no se apaga
Una súbita
oscuridad llevó a todos a silencio. La única luz venía desde la
cocina, de donde se acercaba la torta junto a su portador oficial.
Los invitados, al
darse cuenta, entonaron entusiasmados el feliz cumpleaños. Al
terminar la melodía, todos estaban expectantes cuando el cumpleañero
se dispuso a soplar las velitas.
Tomó aire y
luego exhaló. Su viento extinguió las pequeñas llamas. Los
presentes aplaudieron la consumación.
Pero en ese
instante se produjo un hecho inesperado. Las velas, solas, volvieron
a encenderse. El apagado había sido incompleto. El aplauso se
interrumpió.
El cumpleañero,
desanimado pero no vencido, volvió a soplar. Las velas se apagaron,
y otra vez se encendieron. Era tal vez un símbolo de la resistencia
ante el paso del tiempo. El fuego que se volvía a encender era la
llama de la vida, que se niega a extinguirse.
Pero los
invitados comenzaron a perder la paciencia. Querían proseguir con la
fiesta. El cumpleañero sopló con más fuerza. Pero las velas una
vez más retomaron la llama.
Fue entonces
cuando intervino un invitado. Mojó la yema de dos dedos y presionó
fuerte sobre cada pabilo, hasta que sólo hubo humo.
Todos aplaudieron
un nuevo triunfo del hombre sobre el fuego.
Nicolás Di Candia, 2014.
sábado, 13 de diciembre de 2014
Nicolás Pazos sobre "Agua o niño que corre", de Eugenia Coiro
Geografía humana, anatomía
natural. La imaginación poética de Eugenia Coiro nos propone un
poema fantástico y monstruoso. La naturaleza es tan humana que
lastima y da placer, mientras que lo humano se construye con
fragmentos del mundo animal y vegetal.
Dos distancias definitivamente
escindidas: el agua y la orilla. Dos sexos separados por un límite:
lo masculino y lo femenino. Dos lugares donde existir: el cuerpo y la
mente. Otros dos, de los cuales partir: la infancia y la vida. Pero
en la línea de la orilla, esos mundos van a encontrarse, per-mutando
sus significados. Ese encuentro necesariamente traerá dolor, como
nacer, como vivir, pero es un dolor exótico y sublime: el saberse
humano nos excluye en cierta medida del ciclo natural. Ser humano es
un poco estar solo mirando la orilla.
El verdadero personaje de este libro
quizás sea la muerte. Pero no la muerte de la carne. Ni siquiera la
muerte como concepto. Sino la muerte como transformación. Como
búsqueda de sentido.
Niño o agua
que corre es un poema que simula una trama. Y Eugenia Coiro nos
engañará focalizando nuestra atención en dos cosas: ¿cómo se
hilvana la historia? y ¿qué es el niño? Cosas que acaso no
importan tanto como sus dos personajes ocultos: la voz narradora y la
enamorada. Es a través de ellas que percibimos al niño/monstruo que
pareciera ser el protagonista de esta trampa poética. Es a través
de ellas que el mundo natural y el cuerpo del otro se llenan de
erotismo y sensualidad, es a través de esas miradas que la belleza
se hace monstruosa y brutal, y cuando el lector menos lo espera la
enamorada vuelve a ser niña:
De modo que esto es la orilla.
Algo parecido al amor me nace
algo apenas roto.
Nicolás Pazos, 2014.
Karin Godnic |
jueves, 11 de diciembre de 2014
quise escribir de hoy - Belara Michán
quise escribir de hoy
y volví al ayer
sin querer
ni siquiera había pensado
ni una conexión y acá está
la nena que se desdobla para hacer poesía o
la casi adulta –qué miedo– quiere volver
al lenguaje de nena
es decir:
bailar sin palabras
hablar sin coreografía
con la poesía en la punta de la lengua y los pies
inconscientes del movimiento
del día y la hora
de la marca en el piso
en su cuerpo
(blanco por no escrito
blando por sin fuerza)
hoy ya no puedo dar
un solo paso
sin mirar de reojo a ella
y copiarme cuando me olvido
qué sigue
Belara Michán, cuerpoadentro.
Viajera, 2011.
y volví al ayer
sin querer
ni siquiera había pensado
ni una conexión y acá está
la nena que se desdobla para hacer poesía o
la casi adulta –qué miedo– quiere volver
al lenguaje de nena
es decir:
bailar sin palabras
hablar sin coreografía
con la poesía en la punta de la lengua y los pies
inconscientes del movimiento
del día y la hora
de la marca en el piso
en su cuerpo
(blanco por no escrito
blando por sin fuerza)
hoy ya no puedo dar
un solo paso
sin mirar de reojo a ella
y copiarme cuando me olvido
qué sigue
Belara Michán, cuerpoadentro.
Viajera, 2011.
Robert Hausser |
miércoles, 10 de diciembre de 2014
Encendida - Andrea Larrieu
De chica
contemplaba el fuego
hechizada
La llama
erguida
me
encendía.
Acercaba
el papel, miraba cómo lo devoraba
extasiada.
Te lo
advertí.
Te reíste.
No te
tengo miedo, fueron tus palabras
y saliste
con un portazo.
Te lo
advertí
Igual me
dejaste.
Soy yo la
que me voy
pero queda
mi recuerdo
como un
sello
intenso,
gigante, devorador
alojándose
enloquecido en cada rincón de tu casa.
Antes de
irme
contemplo
la escena excitada.
Lenguas
intrépidas se tocan, se entrelazan
haciendo
suyo todo lo que está a su alcance.
El hierro
enrojece
la madera
se quiebra y oscurece
los
objetos se encienden y se consumen
las llamas
gritan enloquecidas
se avivan,
sacan chispas
una gran
fogata
me abraza
con su calor.
Contemplo
la escena excitada
Y me
acuerdo del pequeño fósforo haciendo suyo el papel.
Andrea Larrieu, 2014.
martes, 9 de diciembre de 2014
Supóngase que un rayo... - Mario Nosotti
IX
Supóngase que un rayo llega oblicuo
a un prisma de cristal
el mismo lo desvía hacia un espejo
que redirige el rayo y de ahí
lo difunde
como a través de nubes o
papel calco. Ahora,
supóngase que alguno
estuviere apremiado a explicar el color:
bueno, a cada longitud de onda
le corresponde uno.
Mario Nosotti, El proceso de fotografiar.
Viajera, 2014.
lunes, 8 de diciembre de 2014
domingo, 7 de diciembre de 2014
Dos días muerta - Lorena García
Dos días muerta
pinchan mis dedos para saber
si estoy viva
la respiración se acumula en una sábana
quieta e inerte
dos días
mi cuerpo detenido
(dos) (dos)
detenido.
Lorena García, Peligrosa horizontal.
Viajera, 2014.
sábado, 6 de diciembre de 2014
Axel Levin sobre "Agua o niño que corre", de Eugenia Coiro
Agua o niño que corre, de Eugenia
Coiro, tiene la particularidad, y la virtud, de contarnos un relato.
Generar de la poesía una historia. Atraparnos en ella. Te envuelve
con una sustancia tibia, hecha de un misterio que pregunta. Algo nace
sin forma, vaciado de humanidad, monstruoso hasta el punto de no
saber qué es.
Te lleva por un túnel a la
profundidad, y en el trayecto se ríe, mueca irónica. ¡Cómo caés
tan fácil en el juego de creer que lo inhumano está por fuera! Se
puede ver, y hasta tocar, en algún lugar concreto, solo falta saber
dónde. Está ahí, a la espera de que lo encuentres,
para-que-te-quedes-tranquilo.
El relato se camufla. La fantasía,
la descripción de “lo natural”, la metáfora “inocente” que
oculta su verdadero rostro. Que el lector encuentre su propia
máscara, lo descubra sin ayuda. Esa historia le recorre el cuerpo. A
él y a cada uno.
El libro nos deja una pista, poder
conciliar lo irreconciliable: (…) transfigurame\ en poesía\
liberame niño vivo muerto.
La poesía, tanto como el amor,
confunden límites, los diluyen, borran.
Axel Levin, 2014.
viernes, 5 de diciembre de 2014
O mirando la foto sorprender - Mario Nosotti
XXI
O mirando la foto sorprender
–mirá!
lo felices que éramos
–ahí
y quizás seamos felices
en lo definitivo del instante
esa placa insonora
nos sirve para ver
para parar la rueda
sobre nuestra cabeza
y vernos sin el peso de ser
como nosotros
y aquel dolor del aire
el paso doloroso hacia el mañana
Cesó. Viento y el ruido. Y ahora
en este diminuto
teatro del vacío vemos
una felicidad que bien
supimos obstruir.
Mario Nosotti, El proceso de fotografiar.
Viajera, 2014.
Francis Miller |
jueves, 4 de diciembre de 2014
Un poema de Ignacio Uranga
Roberto Rodrigo Martínez García se apagó en la tristeza
propia de Roberto Rodrigo Martínez García, 82 años, y
en la también tristeza de Tampico, Tamaulipas: jamás
verá en Tampico otra vez el sol ni el sol habrá de verlo:
dónde, Job dijo enojado a Dios, estará él, pensaba Job
hablando adentro Job con ira a Dios, cerrado a Dios y
estábase incluso en oración con interdictos a decir Job
no conforme Job con lo que pasa pues acá en el tiempo
de hombres, la traslación acaso o girar del sol que abre y
cierra el día: no pensó, por cierto, en Tampico Job y
pensó aunque no supiera en Roberto Martínez García
por la familia abandonado, a golpes en la vía pública
calle Jiménez esquina Benito Juárez hasta apagarse
por completo en la colonia de Morelos, en el asilo
"Paz y alegría", sin ninguna de ambas Roberto Martínez
sin rumbo otro que apagarse al fin, tal cual un asteroide
como un hijo muy crecido abandonado por el hijo y
no verá el sol en Tampico, Tamaulipas ni habrá tampoco
el sol de verlo a Roberto otra vez: no hay signos vitales y
qué habrá de ser de acá en más, Job se preguntó cerrado y
cerrado a Dios le preguntó a Dios incluso, estaba en oración
el corazón de Job cerrado como el tiempo en que gira el sol
tal cual el sol visto nunca más por Roberto Martínez García
−dónde él ahora, Job−, tal cual también el mismo sol acaso
de Tampico, Tamaulipas ahora o en cualquier lugar, Job, y
qué será también del mismo sol ya sin Roberto a iluminar
de: al grave aparecer de lo que ser ahí
Ignacio Uranga, 2014.
propia de Roberto Rodrigo Martínez García, 82 años, y
en la también tristeza de Tampico, Tamaulipas: jamás
verá en Tampico otra vez el sol ni el sol habrá de verlo:
dónde, Job dijo enojado a Dios, estará él, pensaba Job
hablando adentro Job con ira a Dios, cerrado a Dios y
estábase incluso en oración con interdictos a decir Job
no conforme Job con lo que pasa pues acá en el tiempo
de hombres, la traslación acaso o girar del sol que abre y
cierra el día: no pensó, por cierto, en Tampico Job y
pensó aunque no supiera en Roberto Martínez García
por la familia abandonado, a golpes en la vía pública
calle Jiménez esquina Benito Juárez hasta apagarse
por completo en la colonia de Morelos, en el asilo
"Paz y alegría", sin ninguna de ambas Roberto Martínez
sin rumbo otro que apagarse al fin, tal cual un asteroide
como un hijo muy crecido abandonado por el hijo y
no verá el sol en Tampico, Tamaulipas ni habrá tampoco
el sol de verlo a Roberto otra vez: no hay signos vitales y
qué habrá de ser de acá en más, Job se preguntó cerrado y
cerrado a Dios le preguntó a Dios incluso, estaba en oración
el corazón de Job cerrado como el tiempo en que gira el sol
tal cual el sol visto nunca más por Roberto Martínez García
−dónde él ahora, Job−, tal cual también el mismo sol acaso
de Tampico, Tamaulipas ahora o en cualquier lugar, Job, y
qué será también del mismo sol ya sin Roberto a iluminar
de: al grave aparecer de lo que ser ahí
Ignacio Uranga, 2014.
Tina Modotti |
miércoles, 3 de diciembre de 2014
Carolina Calvo reseña My Love Worst Poems
Por Carolina Calvo
El amor es un juego de mediaciones que quieren hacerse reflejo, un querer reducir dos cuerpos a uno. Cuando Mis Peores Poemas de Amor explora el lugar del enamorado, lo hace mediante la idea de que es la lengua la que habla por el sujeto y no el sujeto a travésde ella, sólo que desde una lógica de ruptura: la poesía de Karina Macció pelea por la apropiación del querer decir, por la invención de un modo de pensar la escritura que permita entenderla desde sus quiebres y darle una nueva forma al sentido. Los juegos, la pluralidad, lo no binario, son todas estrategias con las que el yo lírico no se deja definir por su lengua, sino que la transforma para decir con ella lo imposible. Es un trabajo que toma protagonismo por sobre el contenido mismo de la obra, ya que los límites del sentido son puestos en duda a través de la técnica y la palabra.
Todo esto se evidencia significativamente en la
traducción. Traducir es, de cierta manera, apropiarse
de lo traducido: la lengua misma encarna en ella una
realidad y perspectiva propias. En inglés,
las expresiones, palabras y sonidos son
otros; la traducción no es un espejo sino un trabajo sobre la
poesía, hay una inevitable mediación
entre autora ytraductora, similar a aquella entre los
enamorados. Leer en inglés es más que cambiar delengua,
implica también una relectura y resignificación de lo ya
leído en castellano. Esto quiere decir que el sentido
no es ni único ni unidireccional; es un juego que la obra
propone desde la perspectiva del idioma para oscurecer y
–paradójicamente– esclarecer el sentidodado. Y si bien el
original no fue pensado inicialmente como bilingüe, esta nueva
versiónse adapta a su traducción inglesa y busca
generar un diálogo entre ambas partes.
La colección Viajera
bífida nos propone una literatura que necesita
de un lector paracompletarla, trabajarla y darle ese sentido
final que el yo lírico lucha por poner y
romper en palabras. “A medida que lo escribo me
deshago y cambio”, nos dice la obra. Yo propongo: a
medida que lo leo, lo deshago y cambio. Si la poesía quiebra
el sentido para formar otros, entonces quiebra también
las maneras prototípicas de percibirlo. Mis Peores Poemas
de Amor necesita un lector que tome un papel
activo y complete el significado que se presenta
con su ausencia, en las grietas del poema. Pese a que una
lectura superficial entienda la poesía de Karina
Macció como el reflejo del ser enamorado, lo que en
realidad subyace en ella es ese espacio por
llenar en la mediación existente entre discurso
y sentimiento, entre lo expresado y lo inexpresable. En el
juego del amor.
martes, 2 de diciembre de 2014
Aniversauro * Adelanto de Reléame
Aniversaurio
En el día de la fecha se cumplen 65
millones de años de la extinción de los dinosaurios. No es un
aniversario cualquiera.
En realidad, debe tenerse en cuenta que
algunos dinosaurios sobrevivieron un poco más. Lo que ocurrió el 2
de diciembre de 64.997.986 antes de Cristo fue la caída del
meteorito en lo que luego se conocería como el Yucatán. El impacto
causó muchas muertes directas, sin provocar la extinción en forma
instantánea.
Pero lo que sí causó un daño
irreparable fueron las partículas dispersadas por el impacto. La
atmósfera de la Tierra se oscureció de repente, y se anuló toda la
fotosíntesis. Las plantas murieron, y sólo sus semillas quedaron
intactas para crecer cuando aclarara. Los animales que vivían de las
plantas, y los que vivían de ellos, perecieron sin remedio. El
evento liberó a los mamíferos, que antes estaban limitados a una
vida escurridiza en un mundo de gigantes.
Este año se celebrará con muchos
eventos a los dinosaurios y su extinción. Nosotros, que sin su
ausencia no existiríamos, debemos rendir honor a aquel final y
tenerlo en cuenta para que no nos pase algo similar.
Las celebraciones ocurren todos los 2
de diciembre, pero no es frecuente que se cumpla un número tan
redondo. La última vez, en 997.886 antes de Cristo, nuestra especie
no había desarrollado la matemática ni la paleontología. Y el
próximo aniversario grande, cuando se cumplan 70 millones, puede
llegar a ocurrir demasiado tarde.
Por eso es muy importante este
acontecimiento. Es verdaderamente un evento excepcional, que ocurre
menos de una vez en la vida. Nuestra generación tiene el privilegio
de presenciar este momento, y ese hecho fortuito es parte de lo que
se festeja.
Así que debemos aprovechar para
participar ahora. El año que viene, cuando se cumplan 65.000.001
años, no va a ser lo mismo.
Nicolás Di Candia, Reléame.
Viajera, 2014.
lunes, 1 de diciembre de 2014
Strip Dancer * Peligrosa horizontal // 2/12
Estreno del videodanza Replican, por Belara Michán, Alejandro Marani, Gabriel Calarco, Pablo Goldberg y Fernado Beat.
Proyección fotográfica: Idea y realización: Gabriela Oyola Fotografía: Pablo Stieb
Artista Performer: Florencia Panucci
Dibujos de Maximiliano Etcheverry Ibarra.
Participación de Alejandro Chaluat - Virginia Janza - Karina Maccio-Nicolás Di Candia
perderte - Lorena García
perderte
perderme
en el mar como Alfonsina
podría
pero me da impresión el agua salada
tengo la nariz fría y los pies tapados
acaba de salir el sol
el viento empuja las nubes
quiero ser yo
esta misma
libre
la libertad
de mirarme al espejo
encontrarme
qué soy
reconocerme
yo
Lorena García, Peligrosa horizontal.
Viajera, 2014.
sábado, 29 de noviembre de 2014
en el colectivo - Gabriela Tavolara/Strip Dancer
en el colectivo
el cuerpo se
des co loca
baila break-dance
y, hoy, más:
estoy hecha una muñeca de trapo
un arlequín de papel-glasé metalizado colorín
colorado articulaciones de broche mariposa
agitando la cabeza, ah-sí-sí-sí,
oh-yeah-yeah-yeah,
el ritmo conectado
a mis oídos
a través del mp3,
soy tu nena,
uuoo-uuoo
Gabriela Tavolara, Strip-Dancer.
Viajera, 2014
jueves, 27 de noviembre de 2014
pedacitos de cristal, ¿dónde estaban? - Lorena García
pedacitos de cristal, ¿dónde estaban?
en el marco silencioso
de una ventana que no duele
donde escondía
la muñeca rota
tapada con cinta y moño rojo
y aun así
en la mano
la percepción de la muerte
borraba la voz
Lorena García, Peligrosa horizontal.
Viajera, 2014.
Strip-Dancer / Gabriela Tavolara
Constantemente
soy el reflejo
de lo que los otros quieren de mí
soy una actriz, drama queen
soy una ESTRELLA
La inarticulación verbal –la falta de conceptualización– sobreviene obviamente cuando no puedo aplicar la reversibilidad mental: “lo entiendo, pero no puedo explicarlo”. No poder expresar da
una inseguridad paralizante. De todas maneras, si me pongo en el personaje de que ése es mi límite, poco a poco empiezo a superarlo. Y la necesidad de explicar la traba, la tara, le da un aire interesante, ella dice: no sé si siento cuando estoy triste, no sé si siento cuando estoy feliz. O sea, no sé si soy en algún momento. Simplemente estoy, en el medio, desde afuera. Con pánico escénico. Pero lista para la “¡ACCIÓN!”.
Gabriela Tavolara, Strip-Dancer.
Viajera, 2014.
miércoles, 26 de noviembre de 2014
Cuerpo desarmado - Lorena García
Cuerpo desarmado
desamado
que jugamos
a fragmentar
alejamos las partes
cortamos pedacitos
(yo los mezclo)
tapados los ojos
intentamos
unir las partes
cosiendo y pegando las pieles
que tapan cicatrices:
es la muerte un juego
que vuelve a nacer
la vida, despejada.
Lorena García, Peligrosa horizontal.
Viajera, 2014.
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