Piel que vive
Poseídos
por las imágenes: atravesados en su silencio serpenteante que nos
rodea los pies y nos obliga a arrodillarnos sobre su sombra. Somos
marionetas de tiempo proyectadas contra un vacío de piedra. Las
huellas se escabullen asustadas. No hay arrugas donde sostenernos con
la mirada. Cansados, cansados ya de ser caída evaporada y tener que
volver siempre allí hechos imanes solitarios. Hasta que la ausencia
decide moldear su nube y estrecharnos la mano lagrimeante. Y
empapados sabemos que no nos es posible agarrarla, al menos sin
transformarnos en lo que mantiene atado al lenguaje. Por eso rodamos
sin parar, hasta desenroscarnos en nuestro cuerpo, todavía mudo.
Entregados
al sinsentido de ser codificamos nuestro nombre, no con imágenes ni
con huellas que se suicidan perdidas. Sino con los latidos
espejeantes, de lo que alguna vez fuimos.
Axel Levin, Palabras que nos nombran.
Próximo título de Viajera.
El hombre, Francis Picabia, 1927. |
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