El flaquito, mi amigo del alma, cuando después de tomar una botellita ya
no daba más, me decía:
-Flaquito (porque los dos somos flaco o flaquito, ja), estoy farfoil
(con cierta entonación idish ruso polaca). Y me hacía un gestito de game over
moviendo las palmas extendidas una sobre otra. Hora de pedir la cuenta y marchar.
Un día descubrí qué
quería decir el flaco y lo llamé para contarle.
-Che boludo, ¿sabés de
dónde viene farfoil?
-Ni idea flaquito
-Es el famoso forfai, ese
que viene del boxeo cuando empieza el conteo del nock out. four, five, six. Mi
viejo lo decía siempre, te acordás? lo que no sé es por qué lo decis al revés,
y con tonito moishe. Será porque lo lees en idish? jaja
Forfai, dudo que muchos
de ustedes usen la expresión… pero farfoil… apuesto a que ninguno. Imagino que pronto Orsai caerá en este saco del
olvido. Aunque nunca se sabe, con la globalización y el inusitado interés que
despierta el fútbol y el lomo de los futbolistas en las mujeres, es posible que
la palabra haya llegado para quedarse. Ahora bien, que es Orsai? El offside
siempre fue la regla más difícil del fútbol: en el momento en que sale el pase
hacia un jugador, el delantero no puede estar entre los defensores y el arco
rival. Se entiende? En los partiditos sin referi, se juega sin offside, es así.
Porque es un quilombo. Cuando hay jueces, los de línea con sus banderitas
amarillas son los más sufren las puteadas de la hinchada. Porque el offside
suele ser finito, y da lugar a muchas dudas.
El jugador puede dormirse
y quedar en offside, pero por lo general, “cae” en la trampa que le hacen los
defensores rivales (el famoso paso adelante). Pero quedar en posición fuera de
juego suele ser responsabilidad de dos, el que pasa y el que recibe el pase. Y
ahí empiezan las discusiones: boludo, para que me pasás. Y vos huevón, siempre
quedás mal parado!
Pero el Orsai no
fulbolero parece algo distinto… fuera de juego, quedar en evidencia, estar out.
Piedra libre, te vieron todos, vas en cana. Escrachado. Recuerdo una de
deolindo bittel, compañero de fórmula de Luder en 1983: la opción es liberación
o dependencia, y nosotros elegimos ¡DEPENDENCIA! ¡¡Orsai mal!!
En lo que a mi concierne,
mi relación con el Orsai ha sido tormentosa. En particular, con la lectura.
Durante años sufrí pánico escénico, la semana previa a cada lectura era una
verdadera tortura. El insomnio un oasis, porque no podía dormir sin caer en las
peores pesadillas: subía a leer y no me había olvidado los textos, me quedaba
sin voz al presentarme, o un auditorio repleto, como en un circo romano, me
bajaba el pulgar riendose de mis bellos poemas. Durante aquellos días previos
caminaba por la calle en un peligroso estado de enajenación, y totalmente
intratable, en mi casa nadie me soportaba.
Ahora bien, más allá de
toda fantasía de desaprobación, de ridículo, o inclusive de plagio, me cuesta
aplicar la idea de orsai a la en mi casa estaba escritura. El trabajo es
siempre con uno mismo, la búsqueda de la propia voz, de la expresión que brota
o estalla. No hay un otro levantando la banderita del fuera de juego, no hay un
jugar a las escondidas. En realidad puede haberlo, pero la intención es otra:
encontrarse con la propia voz, como con la propia vida. Un
destello, un encuentro
fugaz quizás. Una voz que se transforma. Una experiencia intransferible. En eso
estamos.
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