Virginia Janza es profesora y licenciada en Letras (UBA). Coordina talleres literarios en Siempre de Viaje y forma parte del consejo editorial de Viajera. Publicó los libros La cajita de Pandora (Viajera, 2008), Ocultemos (La propia cartonera, 2010) y Lado Géminis (Viajera, 2012).
Aquí, un poema de Lado Géminis para compartir:
de noche puedes ver
como un gato
en
un juego de espejos
nos
lamemos
sin
cerrar la boca un instante
nos
hablamos
se
ha partido la represa y las palabras nos asfixian
en
el cuerpo sólo queda
el
deseo
tus
manos de domador
subyugador
de animales
una
mirada basta
y
me perforo
me
saco toda la piel del lomo
mamífera
amamanta
sin
ser yo
la mantis
de siempre
reprimo
un impulso asesino
quizás
por miedo
quizás
por precaución
dejo
encendidos los ojos
enrollo
la lengua a la nuca
(¿me
ves? ¿sabés quién soy detrás del pelaje?)
detrás
del idioma el habla se acuesta para embelesar
y
nosotros seguimos tocando, seguimos bailando, seguimos latiendo
de
a pares
los
aullidos se caen a pedazos, de a pares
los
colmillos que siempre quisimos ocultar crecen de a pares
de
a dos
muchos
más
el
arca de noé y el experimento para perpetuar la especie
dos
que esta vez se potencian y se agrandan
dos
que son universo, prehistoria, naturaleza viva:
porque
tenemos brazos
piernas
cuellos
y bocas
tenemos
pelvis
tenemos
un montón de cuerpo
un
montón de ganas
tenemos
solamente esta noche para multiplicar.
Lo
nuestro se divide en partes iguales.
–No,
mentira, lo tuyo dura menos que lo mío
es
más intenso o más prolongado o más fragmentado o más evacuado o más más más más
más más más más
(¿tus
palabras son como las mías?)
–No
acabes nunca, por favor
quiero
que esta noche dure todas las noches
que
se me estampe en el cuerpo
se
me plasme tatuaje indeleble
se
me meta tan adentro que ya no pueda respirar
sin
expirar en mi propio aliento el aire de este encuentro
quiero-que-no
acabes nunca
que
mis sensaciones sean múltiples y eternas
que
cada nueva vez sea una historia repetida
copia
fiel
uno+uno
igual a nosotros
nosotros
es ahora
una
fusión más que sumatoria
un
negar
centenares
de números
somos
átomos
que se parten en un borramiento de la identidad
narcisistas
caemos dentro del lago
apagamos
las luciérnagas
y
caminamos a tientas por un bosque
lucecitas
somos
felinos
grandes
panteras
negras que se trepan a los árboles
acechamos
sin maldad
sólo
para medir la garra
entrenar
el colmillo
enterrarnos
en la boca una palabra que diga
más
más más más más
que
nos diga
un
habla imperecedera que sea de nosotros
sensacionar
con cada vocablo con cada fórmula de comunicación
una
esponja absorbente de mi piel de gallina y de tu irte lento y seco
un
beso sin labios sin lengua sin fluidos
un
suave rozar
–los
ojos que potencian
amortiguan
amalgaman–
(¿alcanzarán
las palabras a nombrar?)
la
represa ha soltado
y ya no nos podremos nombrar
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