Por: Mario Pera
La poeta argentina Virginia Janza vino a Lima para participar en el IV Festival de Poesía de Lima, en setiembre de este año. La poética de Janza se revela como una propuesta original producto de su gran cercanía con otras artes como el cine (fue encargada de la realización del Festival de Cine y Video de San Telmo, cine independiente), del que la propia poeta manifiesta que obtiene las imágenes que luego germinan en ella en forma de poemas.
Su poética no termina en el papel impreso y, en cada nueva presentación, no solo lee sino que realiza una performance que suma a su expresión escrita permitiéndole al público no únicamente escuchar, sino viajar con las palabras.
Janza es una de las cofundadoras de Viajera Editorial, sello que nació con la idea de difundir la poesía más reciente hecha en su país, pese a que, en la actualidad, ya no forma parte de la misma.
Es una conocida promotora de eventos poéticos, así como en la dirección de talleres literarios, muestras de cine y eventos de música, tales como Siempre de Viaje, Literatura en progreso o Veladas Past to Morrow. Desempeñándose, en la actualidad, como profesora en la Universidad de Palermo.
No obstante, Virginia Janza no solo se dedica a la poesía y, por este tiempo, viene trabajando una historia de largo aliento, la que se convertirá en su primera novela. Y, a la vez, ha iniciado estudios en Gastronomía.
En esta entrevista, una de las más recientes voces de la poesía argentina, nos comenta sobre sus inicios y su labor en el ámbito poético.
1. Virginia, estudiaste Letras en la Universidad de Buenos Aires. No obstante, sospecho que el vínculo con la literatura te viene desde muy joven. ¿Cómo se da ese primer acercamiento a la literatura, a la poesía en especial?
En mi caso, es cierto, se da desde muy joven, gracias a mi madre que escribía y amaba la literatura. Mi abuela y mi bisabuela también escribían y publicaron libros. Para mí era muy común aprender versos de memoria, recitar, leernos en voz alta. La poesía es lo que me dejó mi madre. Hay algunos poemas que me remiten a ella directamente, como «El tercer nocturno» de José Asunción Silva.
2. En tu primer poemario, La cajita de Pandora (2008), se evidencia una búsqueda lograr tu propia voz poética, por mostrar tu identidad. ¿Cuán difícil o no ha sido el dejar de lado las influencias, las voces de los otros, y consolidar una voz propia en tu poesía? ¿Quizá aún sientes que estás en ese camino?
Siento que la búsqueda no se termina. Mientras se escribe, para mí, se debe continuar cambiando y arriesgando. Si bien, desde La Cajita... creo que cambié bastante, me parece que hay un tono, un ir hacia un lugar que se repite (o se continúa).
Sobre las influencias, para mí todo enriquece, las lecturas, el cine, las experiencias de vida, los viajes, todo suma. No es difícil para mí encontrar(me) en ese mar de poesía. Se trata, como dice Rilke, de entrar en uno mismo y decir lo que se quiere decir de una forma propia.
3. ¿Cuánto ha variado tu estilo entre tus poemarios La cajita de Pandora, Ocultemos (2010) y Lado Géminis (2012)? ¿Quizá más que en el estilo hay un cambio en el contenido, la temática? Una suerte de maduración personal que influye en el acercamiento al hecho poético.
Como te decía, cambió bastante, me pasaron muchas cosas en el medio. Y el paso del tiempo, leer y trabajar con poesía, desde los talleres, también me hace ser muy crítica con lo que escribo. Ya no me permito ciertas cosas, jaja. Y ahora que estoy escribiendo una novela, ni te digo. Es una experiencia totalmente diferente.
4. Tu labor artística también se dirige al performance poético. ¿Por qué consideras que la representación cuasi teatral del poema es necesaria? ¿Tal vez las palabras no son suficiente para exteriorizar lo que quieres comunicar?
Las palabras deberían alcanzar para decir lo que quiero decir, dice Clarice Lispector en Agua Viva. Pero, para mí, cuando uno lee en público tiene que ofrecer algo más que simplemente agarrar el libro y leer lo que está publicado.
A mí me gusta dar un espectáculo, que la gente viaje y sienta algo diferente a lo que por ahí sentiría en su casa leyendo el texto. Es como un refuerzo, una escenografía para las palabras. No es que el mensaje cambie, se potencia.
5. Fuiste una de las creadoras de Viajera editorial. ¿Cómo nació la idea de fundar el sello? ¿Cómo fue la experiencia de trabajar en él?
Surgió en el afán de publicar libros bellos, que tuvieran difusión, que se vieran, que se leyeran. La experiencia fue hermosa, aprendí un montón y me llevo de ahí solo cosas buenas.
6. Tu trabajo como promotora de eventos poéticos es conocido. Eres parte de Siempre de viaje por más de ocho años, una organización que realiza recitales, talleres, puestas en escena con performances. ¿El público argentino es receptivo con las propuestas artísticas de este tipo? ¿Cuán difícil resulta sacar adelante proyectos de este tipo en Argentina?
Mirá, lo que nosotras hacemos es, como te decía, espectáculos y shows poéticos. Tenemos un público bastante sólido que nos sigue. Hace poco hicimos un mega recital con lecturas, perfos, proyecciones, presentaciones de libros. Duró cuatro horas y vino un montón de gente.
En Buenos Aires todo lo artístico y novedoso es bien recibido. Pero, lo que se valora también, es la constancia.
Como vos bien decís, hace ocho años que estamos haciendo esto y eso se ve en la calidad de lo que mostramos.
7. Actualmente te desempeñas como docente en la Universidad de Buenos Aires y como coordinadora de talleres literarios. Antes lo hiciste en la Universidad de Palermo. Ello te acerca necesariamente a la poesía que en la actualidad se escribe en tu país. ¿Cómo ves el nivel y la calidad de la poesía contemporánea argentina? ¿Hay algunos poetas que quisieras destacar?
En la Universidad de Palermo sigo enseñando, trabajo con publicistas y gente joven que se anima a escribir con mucha creatividad.
Enseñé en un colegio que depende de la UBA, pero no estoy en la Universidad de Buenos Aires por ahora. Voy a muchas lecturas, festivales y recitales, leo bastante poesía contemporánea y desde los talleres también me relaciono con quienes comienzan a escribir. Hay de todo, la verdad, un tono contemporáneo medio frívolo, a veces, para mi gusto. Pero también hay mucho riesgo y cosas novedosas que están buenas.
8. Tienes un fuerte vínculo con el cine. Fuiste, por ejemplo, encargada del festival de cine y video de San Telmo, desde donde promoviste el cine independiente. ¿Encuentras un puente, un lazo, que vincule directamente tu pasión por el cine con la poesía que escribes?
Sí, me encanta escribir a partir de una película. Muchas veces tengo que detener el film que estoy mirando para ponerme a escribir. Y me influencia mucho porque yo escribo a partir de imágenes, es el recurso que más utilizo. Y ahora que estoy con la novela, se nota un montón.
Yo veo y escucho todo en mi cabeza y de alguna forma lo bajo, o lo intento, para que el lector también lo vea y lo sienta. Construir una escena, por ejemplo, con diálogos y situaciones cotidianas, es genial. Hay mucha poesía en eso. Cómo lo decís, el ritmo que usás, la «cámara» desde la que decidís contar, describir a los personajes. Eso es cine y poesía.
9. Estás estudiando gastronomía. Conozco algunos poetas peruanos y extranjeros que también son grandes gastrónomos como Rodolfo Hinostroza o Bernabé Laye, respectivamente. ¿Encuentras relación entre el arte poético y el arte culinario?
La poesía es, para mí, transmitir sensaciones, sentimientos, imágenes, colores, formas. Y la cocina también se trata de sensacionar.
Cocinar es una de las cosas que más placer me genera. A veces tengo un cumpleaños o algún evento y pienso en qué torta le voy a hacer a esa persona, o cómo me imagino que va a ser el menú. Lo planifico como si uniera palabras, lo balanceo como si fuera el ritmo de un poema.
Mientras cocino escribo poesía en mi cabeza, y cuando alguien que quiero come lo que hice, es como si le estuviera leyendo un texto mío.
10. Virginia, ¿algo más que quieras añadir?
No, Mario, te agradezco muchísimo por el espacio y por hacerme pensar y reflexionar tantas cosas. Fue un placer charlar con vos.