Compartimos unos textos de los leídos en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires por Nicolás Pazos.
La memoria
Fijate, miralo a papá, vivir toda una vida y, al final, no acordarse de nada. Es tan triste. Busco mi infancia en los ojos del viejo, y hay como dos charcos de agua. Ya sé, son las cataratas, pero es algo más. Es como levantarse sin darse cuenta que llovió toda la noche, y ver las macetas todas húmedas, restos de agua en las veredas, y el olor de todo lo que se moja. Los recuerdos del día y de la noche están ahí, en esa agua manchada, pero ahora, es imposible recuperarlos.
La anécdota
Mi abuela aprendió de grande a andar en bicicleta. Le enseñó mi abuelo que era el maestro en esa vieja escuela. Me acuerdo que estábamos todos. La familia entera. Fue en el barrio de Necochea. En una callecita donde casi no pasaban autos. Era raro que mi abuela no supiera andar en bicicleta y que se animara de grande. Yo estaba muy contento: los grandes también aprendían. Yo ya sabía andar sin rueditas pero Lela no. Mi bici tenía un tanque de moto y muchas hojas para que se escuchara el motor, la bici de la abuela andaba con rueditas, hasta que llegó el momento esperado. El abuelo Lalo la soltó y ella siguió andando, despacito, derecho, con alegría de la meta alcanzada. La abuela lo estaba disfrutando, mucho. Todos la festejamos. Era ágil la abuela. Era joven.
Néstor Cheb Terrab, Lorena García y Nicolás Pazos |
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