la idiota que se enamora de la bailarina
del deseo
–ni siquiera, digamos, del amor–
yo la que se queda
quietecita estupefacta
casi ni aplaude
indecisa, revuelta
ebria se desmaya
de tanto brillo a su alrededor
ella, hermosa: ¿permanece o se va?
–eso sí: siempre en línea recta, brazos a los costados,
passé–
permanece y se va
pero sobre el mismo árbol
todo el tiempo
(ya no sabe si quiere, o si acaso puede
bajar)
Belara Michán, cuerpoadentro.
Viajera, 2011.
Edgar Degas |
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